NG200802001
EPISTOLA AD MINISTRUM NAT. GRACIA LV 2/mayo-agosto, 2008, 323-428, ISSN: 0470-3790 377 Rnb 5, 7-8; Rb 10, 1.4-5); deben obrar con discernimiento ( Rnb 17, 1-2; Rb 12, 1-2); no deben airarse por el pecado de los hermanos ( Rnb 5, 6; Rb 7, 3); deben tratar con familiaridad con los hermanos ( Rb 10, 5); tendrán que rendir cuentas si alguno de los hermanos se pierde ( Rnb 4, 6); no deben mandar nada en contra del alma y de la Regla ( Rnb 5, 2; Rb 10, 1.3); no deben inmiscuirse en los negocios temporales de los aspirantes ( Rnb 2, 5; Rb 2, 7); ha de evitar un comportamiento carnal ( Rnb 5, 3-4); serán juzgados por Cristo ( Rnb 4, 6; 16, 4); pueden ser sacerdotes o laicos ( Rb 7, 2) 76 . A modo de constatación, es posible leer en esta rápida enu- meración de pasajes, que el ministro y siervo es siempre colocado en relación a la fraternidad; ya sea por oficio, por actitudes a él reclamadas o por las cuentas que tendrá que dar a los hermanos y al Señor. Al no ser concebido en modo solipsista, nos acercamos una vez más al único significado de su ministerio: servir a todos los hermanos. Rb 10, “Los hermanos que son ministros y siervos de los otros her- manos, visiten y amonesten a sus hermanos, y corríjanlos humilde y caritativamente, no mandándoles nada que sea contrario a su alma y a nuestra Regla. Mas los hermanos que son súbditos recuerden que, por Dios, negaron sus propias voluntades. Por lo que firmemente les mando que obedezcan a sus ministros en todo lo que al Señor prome- tieron guardar y no es contrario al alma y a nuestra Regla. Y donde- quiera haya hermanos que sepan y conozcan que no pueden guardar espiritualmente la Regla, a sus ministros puedan y deban recurrir. Y los ministros recíbanlos caritativa y benignamente, y tengan tanta familiaridad para con ellos, que los hermanos puedan hablar y obrar con ellos como los señores con sus siervos; pues así debe ser, que los ministros sean siervos de todos los hermanos. Amonesto de veras y exhorto en el Señor Jesucristo que se guarden los hermanos de toda soberbia, vanagloria, envidia, avaricia (cf. Lc 12,15), cuidado y soli- citud de este siglo (cf. Mt 13,22), detracción y murmuración, y los que no saben letras, no se cuiden de aprenderlas; aplíquense, en cambio a lo que sobre todas las cosas deben desear tener el Espíritu del Señor y su santa operación, orar siempre a él con puro corazón y tener humil- 76 Cf. J. A. GUERRA, San Francisco de Asís. Escritos , 23 y 1040; también cf. G. BOCCALI, Concordantiae verbales , 545-547.
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