NG200802001
EPISTOLA AD MINISTRUM NAT. GRACIA LV 2/mayo-agosto, 2008, 323-428, ISSN: 0470-3790 375 de acuerdo al Evangelio: como quisieran los hermanos ser servidos en un caso semejante 74 . Rb 8 “ 1 Todos los hermanos estén obligados a tener siempre por ministro general y siervo de toda la fraternidad a uno de los herma- nos de esta religión, y estén firmemente obligados a obedecerle. 2 En falleciendo el cual, hágase la elección del sucesor por los ministros pro- vinciales y custodios en el capítulo de Pentecostés, al que los ministros provinciales estén siempre obligados a concurrir juntamente, donde- quiera que fuese establecido por el ministro general; 3 y esto una vez cada tres años o en otro plazo mayor o menor, según fuere ordenado por dicho ministro. 4 Y si en algún tiempo apareciera a la generalidad de los ministros provinciales y custodios que el dicho ministro no es suficiente para el servicio y utilidad común de los hermanos, estén obligados los dichos hermanos, a quienes está confiada la elección, a elegirse en el nombre del Señor otro para custodio. 5 Y después del capí- tulo de Pentecostés, que los ministros y custodios puedan, cada uno, si quisieran y les pareciera que conviene, convocar a sus hermanos a capítulo una vez ese mismo año en sus custodias”. La fraternidad franciscana, como todo grupo humano organi- zado, es carisma e institución juntamente. Así lo revela este capítulo de la Rb dedicado básicamente a lo que podríamos llamar: el modo de gobierno de los hermanos menores . Una estructura, por cierto necesaria, que no proviene del exterior, sino que nace desde aden- tro como exigencia “corporal” de los frailes en camino. Así Francisco establece que todos los hermanos han de tener un hermano que haga las veces de ministro general. Es la fraternidad que se da a sí misma, el instrumento que le permita reconocerse y conducirse. El ministro general de toda la “religión” se constituye en siervo de toda la fraternidad y por lo mismo vínculo de comunión entre todos. 74 El texto de referenzia utilizado por Francisco es Mt 7, 12 : “Por tanto, todo cuanto quieran que les hagan los hombres, háganselo también ustedes a ellos; por- que esta es la Ley y los Profetas” . Esta máxima de conducta ya constaba en el AT (Tb 4, 15; Lv 19, 18) pero en un sentido negativo. Jesús da el giro positivo a esta frase y así viene utilizada por Francisco.
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