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CARLOS NOVOA 368 NAT. GRACIA LV 2/mayo-agosto, 2008, 323-428, ISSN: 0470-3790 La verdadera y santa obediencia en la carta a los custodios es justamente observar las indicaciones dadas por Francisco en la misma: la reverencia debida a la Eucaristía con todas las consecuen- cias que ello comporta, así como también la predicación que de la misma todos los hermanos predicadores están llamados a anunciar. Predicadores y custodios son los hermanos aquí mencionados, pues a ellos corresponde custodiar el anuncio y la celebración eucarística e invitar a todos los hermanos y otras personas a vivir y anunciar estas cosas hasta el fin. La verdadera y santa obediencia vinculada tan fuertemente a la Eucaristía habla de la profundidad con la que Francisco comprende y se comprende como hermano menor. No es obediente verdadera- mente quien no vive de la Eucaristía, la anuncia y la celebra. Quien así la viva será bendecido por Dios y por el mismo Francisco. EpLeo 3 “Que hagas, con la bendición de Dios y mi obediencia, como mejor te parezca que agradas al Señor Dios y sigues sus huellas y pobreza”. En el caso del alma del hermano León, la obediencia se pre- senta con una dinamicidad toda evangélica. Obedecer, de hecho, será para León seguir las huellas y pobreza de Dios. El que ha dejado las huellas en la historia con su vida de pobreza es el Hijo de Dios, que manifestó su absoluta adhesión a la voluntad del Padre, obedeciéndolo. El hermano que siguiendo dinámicamente al Hijo de Dios en la obediencia de sus huellas y pobreza se configura también como hijo. vi. En las Admoniciones ( Adm ) Adm 2 “El Señor Dios dijo a Adán: come de todos los árboles, pero del árbol de la ciencia del bien y del mal no comas. Podía comer de todos los árboles del paraíso, porque, mientras no faltó a la obedien- cia, no pecó. Come, en efecto, del árbol de la ciencia del bien, el que se apropia su voluntad y se enaltece del bien que el Señor dice o hace en él; y de esta manera, por la sugestión del diablo y la trasgresión del mandato, lo que comió se convirtió en fruto de la ciencia del mal. Por eso, es preciso que cargue con la pena”.

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