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EPISTOLA AD MINISTRUM NAT. GRACIA LV 2/mayo-agosto, 2008, 323-428, ISSN: 0470-3790 367 Y da cuenta de las motivaciones para hacer tales cosas: fuimos enviados al mundo para dar testimonio de su voz con la palabra y las obras (9), anunciar que él es el único omnipotente (9). Para, finalmente, resumir el ambiente espiritual en el cual es posible desarrollar una tal misión: la perseverancia en la disciplina y la santa obediencia (10) y el cumplimiento de lo prometido con propósito bueno y firme (10). Este breve texto presenta una inclusión de contenido funda- mental para entender mejor todavía el tema de la obediencia. Al inicio se nos habla de la escucha-obediencia (términos totalmente congruentes) a la voz del Hijo de Dios (6) cerrando el parágrafo con la frase como a hijos se nos brinda el Señor Dios (11). Es la obediencia del Hijo de Dios la que nos configura en nues- tra obediencia también como hijos. La obediencia es fundamental- mente entendida por Francisco como garantía de nuestra identidad de hijos. Obedecer-escuchar al Hijo de Dios para llegar a ser hijos de Dios es el recorrido de nuestra identidad en su maduración. Obede- cemos porque somos hijos y por la obediencia llegamos a configu- rarnos verdaderamente como hijos en el Hijo que obedeció-escuchó la voz del Padre. Éste es el testimonio que estamos llamados a dar: tenemos un Padre que Jesús nos ha revelado en la obediencia filial y ésta es la fuente de nuestra identidad de hijos de Dios. EpOrd 45-46 “Esto mismo digo de todos aquellos que, menospre- ciando la disciplina de la regla, andan vagando de un lugar para otro, pues nuestro Señor Jesucristo dio su vida por no apartarse de la obediencia del santísimo Padre”. Con este texto, Francisco culmina el desarrollo del tema de la obediencia como actitud fundamental de filiación que nos ha reve- lado Jesucristo cuando decidió no apartarse del Padre. En las Cartas a los Custodios ( EpCus ) y a fray León ( EpLeo ). 1EpCus 10 “Y sea esto para ellos verdadera y santa obediencia. Amén”