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CARLOS NOVOA 360 NAT. GRACIA LV 2/mayo-agosto, 2008, 323-428, ISSN: 0470-3790 otra parte, la consecuente obediencia, casi de valor transitivo, de los hermanos al hermano Francisco y a sus sucesores. Es apenas un detalle, creo no menor, el binomio que aquí viene establecido, cuando se habla de obediencia al Papa: Obediencia y Reverencia. Si bien, esta “actitud reverencial” puede ser, en una lectura demasiado rápida, entendida como estilización lingüística curial, creo que puede revelar de parte de Francisco, una actitud típicamente suya de cortesía, que distinguía todas sus relaciones. Rb 2, 11.14 “Y, acabado el año de la probación, sean recibidos a la obediencia, prometiendo observar siempre esta vida y regla.[12-13]Y los que prometieron obediencia, tengan una túnica con capucha y otra sin ella los que quisieran tenerla”. Además del análisis ya realizado del texto paralelo de la Rnb , es interesante aquí notar cómo Francisco da un valor intercambiable a los términos: observar la vida y regla junto a prometer obedien- cia . El nexo que los equipara está dado por el verbo prometer. De hecho, sólo pueden hacer tal promesa aquellos que son recibidos en la obediencia, esto es, en la fraternidad de hermanos menores (como había sido antes ampliamente analizado). Esta identificación entre obediencia y vida y regla, podría lle- varnos a suponer que, para Francisco, no hay distinción posible, más aún, no se puede entender como obediencia algo que sea distinto de observar la vida y regla (del santo Evangelio). Lo que estaría dando al concepto de obediencia, en Francisco, una valencia ampliada a la de un mero consejo evangélico. Rb 10, 2-3 “Y los hermanos que son súbditos, recuerden que renunciaron por Dios, a sus propios quereres. Por eso, les mando fir- memente que obedezcan a sus ministros en todo lo que prometieron al Señor observar y no va en contra del alma y de nuestra regla”. La aparición del término súbditos que expresa un estar por debajo de alguien, podríamos decir que hace un poco de “ruido” en el lenguaje de Francisco, aunque debemos admitir que es el mismo santo el que usa este término en otras partes. De hecho, “la palabra

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