NG200801006
PABLO GARCÍA CASTILLO 256 NAT. GRACIA LV 1/enero-abril, 2008, 229-259, ISSN: 0470-3790 dependencia causal y propia, no se distinguen, sin embargo, por ellos como por factores distintivos formales, ni tampoco –lo que hace al caso– como por términos de la relación incluida en los actos” 46 . La sexta objeción, que guarda estrecha relación con la anterior, plantea nuevamente la dependencia de la acción respecto al objeto, pues en ella se afirma que “la operación recibe o adquiere perfec- ción y nobleza del objeto, como parece suficientemente claro; pero se prueba también por lo que dice el texto de la Ética: ‘Es opinión uná- nime que es óptima la operación de quien mejor se halla dispuesto al más noble de los objetos que caen bajo ella’ 47 , es decir, al objeto óptimo de tal operación” 48 . La respuesta de Escoto es breve, pero rotunda: la perfección que el acto recibe del objeto no la recibe de él como de un principio intrínseco, sino que es una perfección aña- dida, que no está incluida en la definición esencial de la operación. La conclusión del artículo es coherente. Escoto sostiene que la cualidad, que está incluida en la operación, no tiene respecto al sujeto una relación más esencial que otras cualidades. Y, por tanto, si éstas no están esencialmente relacionadas con el sujeto, tampoco lo estará la cualidad de la operación, aunque su ser sea in fieri , pues se mantiene la misma dependencia de su causa. Luego, la operación del conocer no es una relación, sino que pertenece a la categoría de la cualidad, aunque esto no constituye una nota definitiva de su misma esencia, que es la de una entidad absoluta. RESPUESTA AL ARGUMENTO PRINCIPAL Como suele hacer casi siempre Escoto, en las Cuestiones cuo- dlibetales , esta cuestión XIII se cierra también con una respuesta final al argumento principal. En ella, Escoto pretende resumir su 46 Quaest. Quodlibet. XIII, 92. 47 ARISTOTELES, Ética a Nicómaco X, 4, 1174 b. 48 Quaest. Quodlibet. XIII, 80.
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