NG200801006
DUNS ESCOTO: EL CARÁCTER ESENCIALMENTE ABSOLUTO DEL CONOCIMIENTO… NAT. GRACIA LV 1/enero-abril, 2008, 229-259, ISSN: 0470-3790 251 bio, producen perfección en el agente ni en el paciente, que ya la poseen completa antes de la realización de la acción o de recibir la influencia de la pasión. El conocimiento, en cambio, produce perfec- ción en quien realiza el acto de conocer, incluso la máxima perfec- ción del ser divino y del ser humano consiste en intelección, como ha quedado probado por la autoridad de Aristóteles. Luego el acto de conocer no es esencialmente ni relación, ni acción, ni pasión. La conclusión de Escoto es coherente. Lo absoluto que se da en la operación del conocer es una entidad que pertenece al género de la cualidad. Y, de entre las cuatro especies de cualidad que distin- guió Aristóteles, Escoto considera que la operación intelectiva perte- nece a la primera especie, por ser una cualidad espiritual. En efecto, a esta primera especie pertenecen tanto los hábitos, que tienen un modo de ser hecho y completo, como las operaciones, cuyo ser es in fieri , un transcurrir dinámico, pero que no por ello deja de ser una perfección del alma. En este punto, vuelve a reiterar Escoto la doctrina aristotélica de la Física , que ya comentamos. El conocimiento no supone un cambio o alteración del alma, como son alteraciones las sensacio- nes, sino que el intelecto conoce en la quietud de la contemplación de la especie inteligible. Aristóteles mismo lo sugiere en el pasaje que ya comentamos: “no hay generación del ejercicio y la actuali- dad del conocer, a menos que se admita que hay generación de la visión o del tacto y que la actualidad del conocer es análoga a éstos. Tampoco la adquisición inicial del conocimiento es una generación o una alteración, pues decimos que la razón conoce y piensa justa- mente cuando está en reposo y en quietud, pero el llegar a estar en reposo no es una generación, ya que, como hemos dicho antes, no hay generación de ningún cambio... Sólo por la distensión del alma, después de la inquietud que le es connatural, se puede llegar a saber y conocer. Por eso los niños no pueden adquirir conocimiento ni juz- gar sobre las sensaciones de la misma manera que los mayores, pues hay mucha inquietud y movimiento en ellos... Es evidente, entonces, después de lo que se ha dicho, que el alterarse y la alteración sólo se
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