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PABLO GARCÍA CASTILLO 248 NAT. GRACIA LV 1/enero-abril, 2008, 229-259, ISSN: 0470-3790 palabras que se refieren al pensar como medida de lo pensado, que dicen: “lo mensurable y lo escible y lo pensable se dicen relativos porque otra cosa se dice relativa a ellos. Lo pensable, en efecto, signi- fica que hay pensamiento de ello; pero el pensamiento no es relativo a aquello de lo que es pensamiento (pues se habría dicho dos veces lo mismo) y, de modo semejante, la visión es visión de algo, no de aquello de lo que es visión (aunque sea verdadero decir esto), sino relativa al color o relativa a alguna otra cosa semejante” 29 . Por supuesto, Escoto no puede negar que todo conocimiento es conocimiento de algo, pero sólo si es primero y, en sentido abso- luto, conocimiento. La intencionalidad y la referencia al objeto son algo secundario y potencial, pero no son en absoluto la primera entidad del conocer y del apetecer como actos del agente. Para concluir este artículo segundo, Escoto responde a los tres argumentos expuestos en el primer punto. En cuanto al primero, contesta que la operación que es la perfección última es más per- fecta en sí misma que cualquier otra, no porque implique relación. En su apoyo cita el admirable pasaje de la Metafísica , en el que Aris- tóteles describe la actividad inteligente de Dios como lo más insigne de Él, sin referencia alguna a la relación con su objeto. Dice así el famoso texto: “Si nada entiende, ¿cuál será su dignidad? Más bien será, entonces, como si durmiera. Y, si entiende, pero depende en esto de otra cosa, pues su sustancia no es esto, es decir, intelección, sino potencia, entonces no será la sustancia más noble; su nobleza, en efecto, la debe a la intelección” 30 . Él es lo más divino, en efecto, porque es intelección, pero no de otra cosa, sino “intelección de intelección” 31 . Una actividad per- fecta, que es vida sin fin, pues es completa y total unidad con su objeto. Pero, como señala Escoto, no sucede lo mismo con la bien- aventuranza de la criatura. La felicidad divina es absoluta, en cuanto es plenamente el último bien; la felicidad del ser finito, en cambio, 29 ARISTÓTELES, Metafísica V, 15, 1021 a – 1021 b. 30 ARISTÓTELES, Metafísica XII, 9, 1074 b. 31 Ib .

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