NG200801006

PABLO GARCÍA CASTILLO 246 NAT. GRACIA LV 1/enero-abril, 2008, 229-259, ISSN: 0470-3790 en qué consiste este modo de relación, explicación que constituye el segundo punto de este artículo. Escoto recurre para ello a la teoría aristotélica del conocimiento y, más concretamente, a la distinción entre los sentidos externos e internos y a su analogía con el conocimiento intelectual. Su argumentación viene a decir que, aceptando que la operación del conocimiento intelectual implique relación, es preciso distinguir dos tipos de conocimiento: uno, como el conocimiento sensible externo, que capta el objeto actualmente presente, tal como la visión capta el color; otro, propio de los sentidos internos, que abstrae de la exis- tencia del objeto y es capaz de conocerlo sin su presencia actual, como la imaginación del color. Pues bien, lo mismo sucede en la intelección. En la bienaventuranza se da un conocimiento del objeto en sí, lo que es una perfección, que puede extenderse a todo acto de intelección. Sin embargo, a estas pruebas, a juicio de Escoto, puede obje- tarse que nuestro entendimiento siempre que conoce abstrae de toda condición de existencia del objeto, luego la intelección del objeto en cuanto existente no le compete per se . También cabe pre- guntarse cómo se distinguirían un conocimiento de otro, siendo el objeto y la potencia los mismos, tanto en el conocimiento del objeto presente como en la abstracción. La respuesta de Escoto a estos argumentos está llena de sutile- zas y matizaciones que muestran su ingenio. El maestro franciscano responde, primero, que el entendimiento puede conocer bajo una razón bajo la que no puede hacerlo el sentido, que es una potencia cognoscitiva inferior. Luego, en la intelección pueden darse ambos modos de conocimiento. Y, en segundo lugar, hay que decir que se dan dos conocimientos simultáneos de un mismo objeto, pero no hay distinción de objetos distintos. El conocimiento universal y el singular son formalmente distintos, pero el objeto que motiva ambos conocimientos es el mismo. Por tanto, el conocimiento de la cosa existente lleva consigo una relación real y actual con el objeto. El entendimiento, según

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz