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PABLO GARCÍA CASTILLO 244 NAT. GRACIA LV 1/enero-abril, 2008, 229-259, ISSN: 0470-3790 ARTÍCULO SEGUNDO: CÓMO TAL ENTIDAD ABSOLUTA LLEVA CONSIGO UNA RELACIÓN AL OBJETO Este segundo artículo, que supone una argumentación contra- ria a la tesis del primero, comprende, según las propias palabras de Escoto, tres puntos: “primero se arguye que en la operación hay necesariamente una relación real con el objeto. En segundo lugar, se explicará cómo debe entenderse tal relación. En tercer lugar, se estu- diarán las razones aducidas para probar esta tesis” 24 . Escoto pretende demostrar su tesis con total rotundidad, por ello dedica este segundo artículo a estudiar con precisión los argu- mentos contrarios a su posición, que pretenden probar que el acto del conocer lleva consigo una relación real y necesaria con su objeto. Procediendo con la máxima imparcialidad, para probar el pri- mer punto, aduce tres pruebas, que se basan en las mismas razones aducidas en el primer artículo, es decir, la naturaleza de la perfec- ción, la novedad de lo absoluto y la distinción de la relación con el fundamento. La primera prueba se basa en la naturaleza de la perfección y sostiene que “la última y suma perfección de la natu- raleza operativa no puede darse sin relación real al objeto perfectí- simo, que constituye el término de la misma. Ahora bien, la opera- ción es la perfección suma de tal naturaleza. Luego no puede darse sin esa relación real al objeto perfectísimo” 25 . Para probar la premisa mayor de este argumento, presenta el testimonio de San Agustín, el cual afirma que “no es bienaventurado sino el que tiene todo lo que quiere y no quiere nada malo” 26 . De esta definición agustiniana parece deducirse que la razón formal por la que la felicidad se dice perfección suma es la relación del agente con ese objeto perfectísimo que es la entidad absoluta de la misma, ya que siendo la bienaventuranza la posesión de todo lo que uno quiere, por ser posesión es indudablemente relación necesaria con 24 Quaest. Quodlibet. XIII, 17. 25 Quaest. Quodlibet. XIII, 18. 26 SAN AGUSTÍN, De Trinitate XIII, 5, 8 (PL 42, 1020).

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