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“EL KANT DE LA FILOSOFÍA ESCOLÁSTICA”: FR. QUERUBÍN DE CARCAGENTE… NAT. GRACIA LV 1/enero-abril, 2008, 141-190, ISSN: 0470-3790 189 logo poco proclive a la fecundidad e, incluso, carente de testimonio; pero, quizás, mirada desde la óptica del momento de revitalización escolástica que se pretendía y se estaba llevando a cabo, impli- caba también, en cierta manera, un intento de profundización del pensamiento tomista o escotista. Hasta pareciera que se revivieran llevadas al terreno filosófico aquellas disputas religiosas, porque no decirlo fecundas, en los que el tema inmaculista hizo desarrollar la teología. Por otra parte, la disputa en todo caso era mirada de forma displicente por las corrientes no cristianas que las veían inútiles; sin embargo, hicieron despertar no pocas conciencias metafísicas, eso sí, una vez que al discurso metafísico de los autores medievales se les despojó de la patina escolasticista. El pensamiento escotista se diferenciaba del kantiano. Sin duda, Querubín tenía razón: Escoto no era, ni introdujo ningún escepticismo; pero también tendría razón Zeferino al afirmar el kantismo escotista, lo que pasa es que había que despejarlo de su lectura tomista y escolástica, que le llevaba a extraer consecuencias que no aprovechaba el caudal filosófico del maestro escocés. Sin embargo, el desarrollo posterior del escotismo durante su tiempo y los siglos en los que fue dominando como pensamiento filosófico- teológico, mostraron tanto su novedad –que le impulsó a afrontar los retos de la filosofía moderna que se iba abriendo paso–, como su incompatibilidad con la filosofía crítica del siglo XVIII. De ahí, que la cátedra escotista se extendiera a las universidades europeas (católicas y reformadas) como una filosofía innovadora llegando en el siglo XVII a su máximo esplendor ( aetas aurea scotismi ) 117 ; pero, a la vez, frenara en seco frente a la filosofía idealista y el criticismo kantiano, junto a toda la escolástica, lo que demuestra, de nuevo, que el horizonte intelectual (que no las premisas como pensara É. Gilson 118 ) del escotismo era el pensamiento cristiano y tradicional, o si no el horizonte, que en pensamiento del Sutil es muy amplio 117 Cf. G. SONDAG, “Jean Duns Scot et la métaphysique classique”, en Revue des Sciences Philosophiques et Théologiques 83 (1999) 4. 118 É. GILSON, L’Être et l’essence (Paris 1948) 128-140.

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