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MANUEL LÁZARO PULIDO 180 NAT. GRACIA LV 1/enero-abril, 2008, 141-190, ISSN: 0470-3790 damente el pensamiento escotista que escapa por su sutileza a una mente formada “a la mente de Tomás de Aquino”. En cualquier caso se descarga la culpa de Escoto recayendo en la incompetente lec- tura que de su pensamiento se efectúa. El espíritu crítico de Escoto no responde al horizonte de la crítica moderna sobre el pensamiento de la tradición cristiana, sino más bien al sano ejercicio de un teólogo de buscar e investigar la verdad, y es que ciertamente lo que hace Escoto respecto de los pensadores anteriores no es sino poner cuando es necesario negro sobre blanco de la debilidad de algunas de sus tesis y desvelar los defectos de los pensamientos anteriores a él, “porque descubrió los vicios y lagunas de sus procedimientos científicos, y porque siempre debió tener presente lo que él mismo enseña en diversos lugares de sus obras, y es también doctrina de Santo Tomás, á saber: que en las ciencias filosóficas y naturales la autoridad humana debe ocupar el último lugar, y ser de la verdad el más flaco argumento y la postrema demostración” 94 . Más bien lo que pasa es que Zefe- rino, arguye Querubín, ha olvidado que “jamás el espíritu humano ha gozado de más amplia libertad que durante le curso del siglo XIII” 95 . Y en esa libertad es donde hay que contextualizar la libre y noble pugna en diversas cuestiones que el Sutil mantiene respecto de la opinión del Aquinate. Querubín no quiere tratar quién yerra o quién acierta 96 , de lo que se trata es de demostrar que la libertad de pensamiento en la filosofía y teología de aquella época medieval se manifestó más tarde en las aulas universitarias, en la diversidad de discípulos, superado más de una prueba de fiabilidad (tribunal de la Santa inquisición el año 1620) y, en fin, demostrando, por otra parte la libertad de opinión dentro de la Iglesia en aquello que merece discutirse, por lo que ante tal aluvión de evidencias: “El P. Zeferino dirá ahora si es lógico que la doctrina pura é intachable del Doctor 94 Apol. , 44. 95 Ib. , 48. 96 Ib. , 50.

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