NG200801004
MANUEL LÁZARO PULIDO 174 NAT. GRACIA LV 1/enero-abril, 2008, 141-190, ISSN: 0470-3790 pasar por el tamiz tomista quien diera otra visión de la filosofía que asumiera los retos de la filosofía aristotélica, como es el caso de Escoto. No se trata tanto quizás de efectuar un ataque contra la filoso- fía de Duns Escoto, cuanto de recordar que la ontología tomista ha de realizar una reactualización en los tiempos modernos que pasa, sin duda para él, por el enfrentamiento (casi dialéctico), similar al que en su tiempo tuvo que asumir el tomismo frente a las tenden- cias de los “maestros de arte” y las tendencias averroístas de David de Dinant y Siger de Brabante y más tarde la metafísica escotista y ockhamista. Así, si se trata de limitar, poner en su sitio, recolocar las afirmaciones del pensamiento subjetivo moderno como es el caso de Descartes, Kant o Hegel, es útil mirar al pasado a lo que podrían constituir la base tradicional del modernismo y análogamente reali- zar una lectura. De forma que ante la posición ontológica adoptada de una Teología Natural tomista, el escotismo es una posición doc- trinal, sin duda, contraria y tendente al escepticismo al poner en duda la aseidad divina e introducir el intuicionismo, limitando, así, el acceso cognoscitivo a la existencia divina. Zeferino realiza una contraposición en la enseñanza de ambos maestros: “Utiliza allí [en la Historia de la Filosofía ] el Cardenal asturiano hasta nueve párra- fos con una estructura similar: «Santo Tomás había enseñado...: Escoto enseña...»” 78 . Zeferino en esta circunstancia y contexto realiza la afirmación tan dolorosa para el escotismo, comienza así su crítica a Escoto (§ 6 3): “Por lo dicho se echa a ver que Escoto puede apellidarse el Kant de la Filosofía escolástica” 79 . Y páginas más tarde específica una consecuencia de la afirma- ción inaugural de dicha crítica: 78 G. BUENO, O. c. , 269. Cf. Z. GONZÁLEZ, O. c. , 299-301. 79 Z. GONZÁLEZ, O. c. , 303.
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