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“EL KANT DE LA FILOSOFÍA ESCOLÁSTICA”: FR. QUERUBÍN DE CARCAGENTE… NAT. GRACIA LV 1/enero-abril, 2008, 141-190, ISSN: 0470-3790 165 común y en “afinidad notable” con las doctrinas del Maestro domi- nico, a autores tan dispares con la escolástica y entre sí como son Malebranche, Pascal, la escuela escocesa, Leibniz o Rosmini, entre otros, a pesar “de sus afirmaciones racionalistas y panteístas” 57 . La verdad es que si la Historia de la filosofía era decididamente escolástica no es menos cierto que el autor no tiene empacho en abrir su análisis, dentro de lo que podía ser en una época de dificultad y apologética con respecto a tendencias beligerantes, a una mirada de modernización historiográfica desde el pensamiento moderno que impulsa en buena parte la segunda edición 58 , haciendo gala en ello de un aceptable e incluso buen conocimiento de la filosofía de su tiempo y de la influencia de la filosofía kantiana 59 . No hemos de olvi- dar que Zeferino González, conviviendo con los ecos de la reflexión sobre la historia del idealismo alemán en especial de Hegel 60 , acome- 57 Ib ., XIX. 58 “Las adiciones se refieren principalmente a la Filosofía moderna, y más todavía a la época de la Filosofía novísima, porque así lo exige el movimiento filosó- fico verificado en diferentes direcciones y en naciones varias durante la precitada época. La trascendencia del movimiento realizado en estos últimos años en el terreno positivista y en el campo de la psicología fisiológica y sociológica, reclamaba de noso- tros mayor desenvolvimiento histórico, indicaciones más extensas y precisas acerca de estas cuestiones” (Z. GONZÁLEZ, “Prólogo a la segunda edición”, O. c. , VIII). 59 “Las principales manifestaciones y direcciones filosóficas del pensamiento que llenan y forman el contenido de este período que llamamos filosofía novísima, excepción hecha de la filosofía cristiana, proceden directa o indirectamente de Kant”. (Z. GONZÁLEZ, Historia de la Filosofía (Madrid 1878-1879) 304). 60 “ Sin afirmar o suponer, ni mucho menos, como afirma y supone la filosofía racionalista de la historia, que cada sistema filosófico representa un momento necesario, lógico y por ende legítimo de la inteligencia y de la huma- nidad, o, si se quiere, del Absoluto de Schelling, o de la Idea hegeliana; sin creer, ni mucho menos, que todos los sistemas filosóficos que vienen sucediéndose en la historia son igualmente verdaderos y progresivos de su naturaleza; sin afirmar, ni mucho menos, que la evolución ascendente y progresiva del espíritu humano, a la que contribuyeron en mayor o menor escala los diferentes sistemas filosófi- cos, se halle representada por una línea recta y no por una espiral, y hasta por desviaciones y retrogradaciones más o menos considerables y pronunciadas, bien puede afirmarse y creerse que la movilidad, la inconstancia y la esterilidad de la Filosofía y sus sistemas, no son tan completas y efectivas como pudiera suponerse a primera vista” (Z. GONZÁLEZ, O. c. , XIII-XIV).

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