NG200801003
LIBERTAD Y RACIONALIDAD EN DUNS ESCOTO NAT. GRACIA LV 1/enero-abril, 2008, 123-139, ISSN: 0470-3790 137 Necesario y causa del ser en todos los demás entes, que son crea- dos y contingentes; 2) en el ámbito lógico-formal la necesidad se manifiesta en unas extrañas entidades, que, sin existir, parecen tener algún tipo de entidad autónoma y que sirven de límite y/o requisito necesario para la acción tanto del entendimiento divino como de la voluntad libre y omnipotente de Dios. A este ámbito lógico-formal pertenecen los principios lógicos de identidad y no-contradicción, el modus ponens de inferencia lógica, las verdades expresadas en proposiciones evidentes en razón de sus términos, las formalidades y sus relaciones mutuas. Los principios lógicos de no-contradicción y de identidad son el origen último de toda necesidad lógico-formal. Así las proposiciones ‘ es imposible a la vez A y –A’, ‘A es igual a A’, expresan verdades nece- sarias que ni el entendimiento ni la voluntad divina pueden cambiar o negar. Las proposiciones evidentes en razón de sus términos, es decir, tautológicas tales como ‘ Dios es Dios’, ‘Dios es el ser perfecto y necesario’, ‘Dios no debe ser odiado’, expresan también verdades necesarias a las que el entendimiento divino tiene que asentir y la voluntad divina respetar y acceder. Las formalidades, con sus rela- ciones mutuas de compatibilidad o incompatibilidad, forman parte de ese reino misterioso que, sin existir, levantan una barrera que limita las posibilidades lógicas, entre las que la voluntad divina, con su omnipotencia, tiene que elegir para convertir, las formali- dades elegidas, en entes existentes. Dios, en su acción intelectiva, no puede producir proposiciones que sean contradictorias en sus términos y considerarlas como verdaderas ni, en su acción volitiva, puede elegir y sacar a la existencia formalidades que mutuamente se contradigan y, por tanto, sean incompatibles. El entendimiento puede pensar como verdaderos sólo los posibles lógicos y la volun- tad puede elegir para darles la existencia sólo a posibles lógicos. Si la voluntad omnipotente de Dios no puede ser caprichosa e incon- sistente por estar limitada por este mundo extraño de entidades lógico-formales, Dios no puede ser arbitrario. La voluntad divina es libre para elegir pero sólo entre los entes lógicamente posibles. Este ámbito de entidades lógico-formales, por necesario, no está subordinado a Dios ni ha sido creado por Dios. Constituye,
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