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DUNS ESCOTO EN RATISBONA NAT. GRACIA LV 1/enero-abril, 2008, 79-122, ISSN: 0470-3790 121 otorga a esta palabra de san Juan una interpretación metafísica: Dios es formalmente Caridad . El concepto de ‘Agápe-Caridad-Amor’ expresa (en lo posible) el constitutivo de la esencia, la estructura metafísica del Dios cristiano: Uno en esencia y Trino en personas. En contra del peligro ‘arbitrarismo’, “decisionismo” que suele achacarse a todo voluntarismo, Escoto es un auténtico apasionado del orden esencial y de la jerarquía dentro del orden del universo. Pero no podemos decir ya –siguiendo el axioma tradicional–: sapientis est ordinare: el orden lo establece el sabio, la inteligencia. Según Escoto, hay que decir: “ Amantis est ordinare: el orden del universo lo establece el Amor-Caridad. Pues, según fórmula agus- tiniana, la caridad es “ordo amoris-ordinatus amor”. Y así como la Caridad, el amor de liberalidad ( amor liberalis ) es el que impone el orden en la vida íntima de Dios en las producciones intratrinitarias. Y también en la creación. Porque Dios obra ‘ordenadísimamente’ ( Deus est ordinatissime volens) y obra siempre a impulso de la máxima caridad (ex maxima caritate). De parte de los intelectualistas (filósofos o teólogos) se pro- pone también la objeción de que el voluntarismo lleva a infravalo- rar la importancia del ‘logos’, del trabajo intelectual en la tarea de comprender la verdad revelada, la verdad en general. En referencia a Escoto, tal objeción es ostentosamente fuera de lugar. Carece de fundamento. La tradición le ha llamado y sigue llamando el “Doctor Sutil”, con clara referencia a la profundidad y rigor intelectual con que estudia los problemas teológicos. Quien esté un poco fami- liarizado con sus escritos ha de reconocer que, en el empeño de ‘entender lo creído’ (credita intelligere), el Doctor Sutil somete a su inteligencia y a la de sus posibles lectores a un trabajo más duro y sostenido que ninguno de los otros grandes doctores grandes cristianos. Incluidos hombres como S. Buenaventura o Sto. Tomás. (Dejando aparte, claro está, el acierto de tan riguroso y prolongado razonar). Pero en Escoto los duros razonamientos intelectuales vie- nen legitimados y ennoblecidos por la finalidad que se les otorga : no errar en el amar, por exigencia de la caridad . Con lo cual la racionalidad de las verdades de fe no debilita, se enrique y enno- blece al ser puesta al servicio de la caridad. En consecuencia y final-

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