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ALEJANDRO DE VILLALMONTE 82 NAT. GRACIA LV 1/enero-abril, 2008, 79-122, ISSN: 0470-3790 nos, en ocasiones, también han empleado la violencia para imponer y defender su religión. Que pensadores musulmanes como Avicena y, sobre todo, Averroes trataron a fondo y críticamente de armonizar fe islámica y razón filosófica. Dejamos este texto del prof. Ratzinger en su propio tamaño. No le damos especial relieve y lo tomamos como un mero ‘ejemplo’ de los diversos modos cómo se han enten- dido la relaciones ‘Fe - Razón’ en la historia de Occidente. Que es el tema que, en última instancia, interesaba a Ratzinger y a nosotros, en este momento. El problema ‘Fe-Razón’ en el mundo moderno. Recuerda Ratzinger con satisfacción que, a partir de la Edad patrística y hasta culminar en el siglo XIII, se logró un buena y satisfactoria armonía Fe-Razón, teología-filosofía. La filosofía interlocutora de la teología fue entonces la filosofía griega. Pero no olvidemos que la ‘filoso- fía griega’ es una magnitud poliédrica, con su vertiente platónica, estoica, aristotélica. Que son las que ejercieron mayor influjo en el cristianismo occidental durante siglos. A partir de la Reforma, comienza a manifestarse un tenaz empeño por “deshelenizar” la teología cristiana y el cristianismo en general. Por obra de hombres como Lutero, Kant, la Ilustración, se rompe progresivamente la esti- mada buena síntesis de la gran Escolástica. En la situación cultural en que nos encontramos, al iniciarse el siglo XXI, los adversarios más peligrosos de la buscada armonización de Fe y Razón serían: a) los que rechazan la metafísica como saber humano capaz de captar la realidad objetiva; b) los cultivadores de ‘la Ciencia’: de las múlti- ples ciencias empíricas y de sus numerosas aplicaciones por obra de la técnica. Frente a este irracionalismo y voluntarismo generalizado, Ratzinger insiste en que el Dios cristiano no puede ser presentado sino como Dios del Logos: “ El Dios verdaderamente divino (no es el Dios del voluntarismo impenetrable) es ese Dios que se ha mostrado como el ‘logos’ y como ‘logos’ ha actuado y actúa lleno de amor por nosotros. Ciertamente el amor “sobrepasa” el conocimiento y es por esto capaz de percibir más que el simple pensamiento (cf Ef 3,19). Sin embargo, el amor del Dios-Logos concuerda con el Verbo eterno y con nuestra razón como añade san Pablo que es ‘lógico’ (cf Rm

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