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ALEJANDRO DE VILLALMONTE 114 NAT. GRACIA LV 1/enero-abril, 2008, 79-122, ISSN: 0470-3790 exactos y este lema tradicional habrá que enriquecerlo con otra mejor formulación: Armonizar caridad y razón : caritatem rationemque coniun- gere . Explicamos un poco ese ‘nuevo y original’ proyecto escotiano de ‘armonizar caridad y razón’. Comenzamos por precisar, concretar un poco el significado de los conceptos que se utilizan en la secular tarea de armonizar fe y razón. La palabra ‘fe’ en el uso que de ella se hace en teología y en el lenguaje religioso cristiano en general, encierra una doble acepción. A veces, tiene un significado más genérico y abarcante, y designa la íntegra a religión cristiana con todos contenidos doc- trinales, morales, pastorales. Así se dice que un mártir entrega su vida por la “fe”. Quiere decirse: por la religión cristiana en todos sus contenidos y valores. Pero la ‘fe’ tiene también un significado y uso más concreto y especificativo, como cuando se enumera la ‘fe’ en la trilogía fe, esperanza y caridad como virtudes básicas, dimensiones fundamentales de la religión cristiana. Y en este caso el lema “armo- nizar fe y razón” significa la tarea que el teólogo asume de hacer ver que los contenidos doctrinales del cristianismo, especialmente las verdades llamadas ‘misterios’, no contradicen las leyes según las cuales obra connaturalmente la razón humana. Y que, al menos en casos, pueden ser presentados positivamente enriquecedores del saber humano natural sobre Dios, el hombre, el mundo, la historia. En esta tarea al ‘armonizar / racionalizar la ‘fe’, no son olvidadas la esperanza y la caridad, están realmente presentes, pero en forma virtual e implícita. Y cuando ahora buscamos la ‘racionalidad’ de la caridad, las otras dimensiones, la de la fe y de la esperanza (‘física y elpídica’), que diría P. Laín Entralgo de la verdad revelada, vienen implicadas. Esta acepción de la ‘fe’ como referencia específica al entendimiento es la especialmente cultivada por los teólogos que, convencionalmente, son llamados ‘intelectualistas’. Imitando el lema boeciano de buscar la racionalidad de nuestra fe, también podemos / debemos buscar la racionalidad de nuestra esperanza como exhorta 1 Pe 3, 15: “Siempre dispuestos a dar razón ( logos ) de vuestra esperanza”. En nuestros días, tenemos un ejem- plo notable de este empeño por buscar la racionabilidad de nuestra

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