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ALEJANDRO DE VILLALMONTE 80 NAT. GRACIA LV 1/enero-abril, 2008, 79-122, ISSN: 0470-3790 Durante su vida, Escoto estuvo algún tiempo en Colonia. Allí murió, allí reposan sus restos mortales (Colonia me tenet). No hay noticia de que Escoto durante su vida hubiese estado en Ratisbona (Regensburg). Sin embargo, recientemente (el 12-IX-2006) sí que logró una presencia, aunque fugaz y literaria, dentro del discurso que, en esa fecha, pronunció el prof. J. Ratzinger en la Universidad de Ratisbona. En este discurso J. Ratzinger hablaba y se presentaba como un vejo profesor que recuerda con satisfacción y cierta nostal- gia los ‘viejos tiempos’ en que ejercía su actividad docente en la Uni- versidad. Pero, obviamente, al oír y leer su discurso nadie olvidaba que, quien hablaba, era ya entonces el Papa de la Iglesia Católica. Nosotros vamos a dejar del todo entre paréntesis la condición papal del prof. J. Ratzinger y vamos a recordar aquellas palabras de su dis- curso que ahora nos interesan. Y analizarlas, exclusivamente, como corresponde hacerlo con las palabras de un respetable profesor de teología (un ‘Herr Professor’ alemán) que dicta una de sus lecciones académicas I. AMBIENTACIÓN HISTÓRICA El discurso de Ratzinger y su circunstancia. El tema de fondo que Ratzinger sobre el que invita a reflexionar a sus oyentes es el tema de las relaciones ‘Fe-Razón’. El tema es exquisitamente uni- versitario. Porque, como recuerda el prof. Ratzinger, la Universidad occidental / europea, desde su aparición en la Edad Media hasta fecha reciente en la que se ha secularizado (divorciado), es un monumento solemne a la tarea del hombre occidental de armonizar, unir ‘Fe-Razón’. Tarea que se inicia con el nacer mismo de teología cristiana en hombres como Justino, Orígenes, Agustín de Hipona. Al finalizar la cultura grecorromana clásica y surgir la cultura cristiana medieval y posterior, el filósofo Severino Boecio (ca. 480-545) for- mulaba, en frase lapidaria y axiomática, la tarea del filósofo y del teólogo occidental : unir , armonizar Fe y Razón ( Fidem rationem- que coniungere) . El “coniungere” latino tiene la misma raíz que ‘coniugium’, matrimonio. Podríamos decir que –a juicio de Boe-
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