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ISIDORO GUZMÁN MANZANO 12 NAT. GRACIA LV 1/enero-abril, 2008, 9-77, ISSN: 0470-3790 hermenéutico alguno en esta Teología, en primer lugar (I); y, en segundo lugar (II), desarrollaremos este principio crístico como principio de realidad de cualquier mundo posible y distinto de éste. En el fondo, lo que haremos será una profundización de los principios básicos de la Teología, de la teología escotista al menos, o de las implicaciones dadas en esto de que Deus diligit se aliis y de que Deus vult diligi ab alio in summo. Vayamos por partes y orde- nadamente. I. CRISTO, EL PRINCIPIO HERMENÉUTICO DE LA TEOLOGÍA CRISTIANA 1. C RISTO COMO CONCRECIÓN DE LA LÓGICA DEL AMOR Lo original de Escoto no son estas afirmaciones más o menos generales, sino que su originalidad está en el modo en que él lo ha sabido comprender. Tratemos de verlo. El hombre Jesús, si bien Él sea conforme al cual fueron crea- dos los demás hombres según el dicho del Génesis: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza” , o bien, dicho con S. Pablo: “Llamados como estamos a realizarnos conforme a Cristo” , le pode- mos considerar en su estructura propia de hombre que no es como la nuestra, sino al revés: la nuestra es como la suya. Por la Encarna- ción, el hombre Jesús es lo que él es y, además, posee dinamismos de realización de actividades que le colocan en poder llegar a su plenitud de operación como, de hecho, ha llegado: en sumo grado. Pero Él es también el dinamismo interno que lleva a cada hombre que se deja llevar por Él a su propia plenitud natural-sobrenatural. La “operación” es, para Escoto, realización directa e inmediata, en el ámbito de las actividades y, en nuestro caso, en el ámbito humano, realización y actualización de todo el hombre en función de la actualización de lo mejor que hay en el hombre, esto es, respecto a las actividades superiores de la voluntad y del entendi- miento. Estas facultades se estructuran como capacidad de recibir

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