NG200801001
ISIDORO GUZMÁN MANZANO 46 NAT. GRACIA LV 1/enero-abril, 2008, 9-77, ISSN: 0470-3790 Hasta ahora, hemos tratado de comprender la teoría escotista que nos dice que Cristo ‘encarnado’ o la Encarnación del Verbo fue el Primer querido por Dios en este mundo concreto, una vez que sabemos que Cristo se ha encarnado y su encarnación no puede ser ‘ocasionada’; lo que implica que Cristo sea la Cabeza de la Iglesia como su Cuerpo. El plan salvífico de Dios está constituido por Cristo y su Iglesia salvada en Él y por Él. Desde ahora, vamos a extender este discurso a todo mundo posible. Lo que defenderemos en lo que sigue lo podemos expresar en la tesis: en todo mundo posible, una venida de Cristo, en forma de Encarnación o su equivalente, es condición necesaria de su crea- ción. Todo mundo posible es posible, sólo si Cristo se ha de encar- nar o ha de venir en un equivalente de la encarnación. Si esto se avalara ser así, entonces Cristo, no solamente es principio de realidad con respecto a nuestro mundo, sino que sería principio de realidad de todo mundo o lo que es lo mismo, es prin- cipio de realidad absoluto. De alguna manera, promover este principio se encuentra en conformidad con lo dicho por Escoto respecto al Primado de Cristo y con su espíritu. En efecto, en una reportatio , no examinada por Escoto, el repor- tero, para destacar que la venida de Cristo no fue ocasionada por nada lanza la hipótesis de que, en caso que no hubiera sido creados otras criaturas, Cristo hubiera venido como el sólo y único ser y esto tendría sentido. Leyendo la reportatio se ve claro que la intención del reportero es afirmar hiperbólicamente lo absoluto que comporta la venida de Cristo, ya que no ocasionado de ninguna manera. Se supone, sin duda, que Dios ha querido libremente crear u obrar ‘ad extra’ . Con respecto a nuestro mundo, se trata ciertamente de una hipérbole, ya que, de hecho, han sido creados otros seres y, en estas condiciones, esa afirmación es ciertamente hiperbólica. A muchos, lo que en esta hipérbole se intenta decir, le parece ser un sin sentido y un absurdo. A mi francamente no me lo parece. Y no me lo parece porque la función de las hipótesis, sin ser real- mente verdaderas (no lo pueden ser), gozan de la condición de pro-
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