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EL PRIMADO ABSOLUTO DE CRISTO EN ESCOTO… NAT. GRACIA LV 1/enero-abril, 2008, 9-77, ISSN: 0470-3790 19 En la mente de Escoto (y aquí está la diferencia), Cristo ha venido independiente del pecado y ha venido como el primer que- rido, antes de toda creación, antes, por lo mismo, de que hubiera o no pecado en él. Este hombre Jesús, narrado por los Evangelistas, fue el predes- tinado a ser Hijo de Dios, el agraciado sin medida y, en definitiva, el colocado en estado de Superamistad desde el primer instante de su existencia. Y fue predestinado para ser esto: el Primero en absoluto, esto es, como anterior e independientemente de toda otra realidad. Fue predestinado a ser el Primero absolutamente. Esto es, no fue ‘ocasionado’ en ningún sentido. El hombre Jesús narrado por los Evangelios como Hijo de Dios no solamente está querido y predestinado como el Primero en abso- luto respecto al pecado, sino respecto a todo otro ser creado. Parece que fue al interior de la teología calvinista del siglo XVII en donde se introdujo el término de ‘supralapsario’ , dentro de la cuestión de la elección por parte de Dios de los hombres que han de ser salvados. Si esta elección de Dios fue hecha en virtud de méritos o fue hecha antecedente a todo mérito o demérito, se pre- guntaban los calvinistas. Sobre el pensamiento de Escoto en esta cuestión de la predes- tinación de los hombres, tenemos una excelente exposición, entre otras, en el conocido estudio de W. Pannenberg sobre el asunto en la que se muestra bastante claramente que la ‘predestinación’ esco- tista en general es supralapsaria. Lo que este autor nos dice sobre la predestinación de los hombres vale ‘a fortiori’ y es así respecto a Cristo. Dentro de nuestra cuestión cristológica, cuando Escoto se decide y habla de la Primacía de Cristo no se trata solamente de un supralapsarismo respecto al pecado, sino que se trata de una supre- macía absoluta sobre todo lo creado y, en consecuencia, también al pecado. Pero no se dice ni que la gracia superabundante se dé en función de pecado (o que sea solamente superabundancia de gracia perdonante) y no se niega que ella, la gracia, sea superabundancia en absoluto.
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