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EL IMPRESCINDIBLE PAN DE LA CULTURA CATÓLICA 881 - e e - s s s - e a a s e - - a r - i a - - l r l e a - á a salido un durísimo competidor; que el libro como soporte de ideas y concepciones ha perdido ya la exclusividad y está en trance de per- der ahora la supremacía; que en el mundo de las imprentas y de las editoriales y libreros, han sonado ya todas las alarmas y que nadie sabe explicar (con las encuestas y estudios sociológicos en la mano) cómo es posible que hoy se editen más libros que nunca y que al pro- pio tiempo haya hoy menos lectores que nunca. Tanto que autores y libros parecen haberse puesto ahora en son de literatura publicitaria. En el aeropuerto de Barajas, antes de embarcar para La Habana, tomé nota de las dos últimas novedades en este tema: “La magia de leer” de José Antonio Marina y María de la Válgoma y “Una historia de la lectura” de Alberto Manguel. Un realismo elemental obliga a reconocer que la escalada de la imagen ganará imparablemente la partida a partir del momento en que se impongan socialmente las generaciones que han nacido ya bajo la seducción de la imagen y con poco o ninguna añoranza de la imprenta. Cosa que, en realidad, está ocurriendo ya. Pero ¿quién le iba a decir a Horacio, el sumo poeta y preceptor romano, que el tiempo y la historia iban a hacer buena una lúcida afirmación suya: “Segnius irritant ánimos demissa per aures quam quae sunt oculis subjecta fidelibus”. En lenguaje cristiano, quiere esto decir que es mucho más atractiva e intensa la huella en el alma de lo que nos entra por los ojos que la de lo que nos viene a través de los oídos. ¡Díganme Uds. si esta sesuda reflexión de Horacio no parece pertene- cer hoy a una campaña de apoyo publicitario a la cultura y al mundo de la imagen! Pero no me gustaría que, entre tanta polvareda de citas y discur- sos, perdiéramos a D. Beltrán, como lamenta el romance castellano. No quisiera que se me quedara suelto un cabo que, al menos en mi intención, figura como principal a la hora de explicar los porqués y los paraqués de este acto. No se trata solo de avivar, como he tratado de hacerlo, vuestro interés por la lectura Puedo aseguraros de buena tinta que tanto la Conferencia Epis- copal Española como la Biblioteca de Autores Cristianos, a la hora de expedir para La Habana estos tesoros librescos, han tenido muy en cuenta no sólo los méritos de esta Institución para con la cultura que son evidentes, sino también su abnegado servicio a la evangelización. La Conferencia y la BAC conocen y aprecian la labor que se hace en

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