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LA VOCACIÓN: CONCIENCIA DEL SENTIDO UNITARIO… 857 s e s - . , s - - a , a », a s n s - e l s a - i- e No sólo hay que ensamblar los actos que componen la vida, sino que hay que inventarlos, determinar prudencialmente a través de tanteos y tal vez de equivocaciones de qué manera se pueden convertir en posibilidades de perfección; ese es el uso primario de la inteligencia: para comportarnos de modo humano tenemos que pen- sar primero (más o menos, según seamos más o menos reflexivos) lo que vamos a hacer. Aun cuando dejamos las cosas al azar, no estamos actuando ininteligentemente, más bien se trata de un uso de la inteli- gencia que se propone acertar dándole una oportunidad a la suerte. A esta luz los preceptos deben ser entendidos como el cauce genérico y predominantemente negativo dentro del cual cada uno debe realizar su tarea moral concreta, esto es, hacer realidad su voca- ción o su êthos . Cada uno debe cumplir unas normas válidas para todos, pero cada cual las cumple de acuerdo a su talante 18 y a su peculiar vocación, determinando prudencialmente en qué consiste su realización personal. La ética orteguiana, por tanto, consiste en ética de la vocación. El hombre es un actor encargado de representar aquel personaje que es su auténtico yo, pero como es libre puede ser fiel a sí mismo y rea- lizarlo, o ser infiel y negarse a hacerlo realidad, vaciando su vida de toda autenticidad. Aranguren suscribiría lo anterior; lo que no es enteramente de su agrado es la rehabilitación de la vieja noción religiosa de voca- ción entendida como llamado que nos hace una «voz» misteriosa, 18 Sobre el tema del talante véase: ID., “Sobre el buen talante”, en Cuader- nos Hispanoamericanos , 10 (1949) 31-50. Para la relación entre el término castellano «talante» y el alemán Stimmung véase: Catolicismo y protestantismo como formas de existencia , Obras Completas 1 (Madrid 1994) 211-212. Sobre el uso filosófico en español de esta categoría puede leerse: El buen talante , Obras Completas 2 (Madrid 1994) 631. Definiciones concisas se encuentran en El protestantismo y la moral , Obras Completas 2 (Madrid 1994) 69-70; Catolicismo y protestantismo como formas de existencia , Obras Completas 1 (Madrid 1994) 217 y 225– 226; Ética , 393-396; La ética de Ortega , 521. Sobre tipos de talante consúltese: Ética , 398-402; El buen talante, 624-631; Crítica y meditación , Obras Completas 6 (Madrid 1996) 120; La cultura española y la cultura establecida , Obras Completas 4 (Madrid 1996) 454-455. Sobre el reconocimiento de la contribución de Aranguren con este término al voca- bulario ético y una presentación precisa de lo que es, léase: A. GUY, “L’ambivalence du talante religieux selon Aranguren”, en Miscellanea André Combes (Roma 1968) 324. Sobre su raigambre aristotélica y su significado para la filosofía: C. THIEBAUT, “El talante como categoría moral”, en Isegoría 15 (1997) 150-154.

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