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854 LUIS FERNANDO FERNÁNDEZ cia, puesto que elegir una posibilidad significa renunciar a otras o postferirlas; aunque cabe la posibilidad de ser lo que los italianos lla- man dilettante , un «picaflor» que no se abraza a nada definitivamente. Empero son las elecciones las que van haciendo el yo, las que van moldeando el êthos . Ser fiel es ser «decidido», haber optado íntegra- mente por el proyecto fundamental y estar por completo dedicado a darle cumplimiento; tarea que demanda resolución y disposición para sufrir, si es menester, grandes penalidades con tal de ver dibu- jada nuestra figura moral ( êthos ). El que no se resuelve a sufrir por su destino y ante los choques de su «yo» con el mundo se va habituando a satisfacer sus apetitos desordenados y termina por abandonar ese plan de vida por el que algún día sintió ilusión, convirtiéndose en lo que Ortega llama un «suicida en pie» 9 , porque ha renunciado a ser el que tiene que ser y se ha matado en vida. Su existencia ha degenerado en una perpetua fuga de la realidad que pudo haber sido. Eso es, precisamente, la maldad radical: «no encajarse en el propio sino» 10 , no ser veraz con- sigo mismo, mentir en su propio ser y tener que afrontar el drama de sostenerse en la existencia fingiendo un êthos falso. En «Ética de la vocación», la conferencia de 1961 que ya hemos citado, el abulense reitera que la fidelidad es un ingrediente esencial de la vocación: “La verdadera vocación es cosa completamente diferente ya del imaginativo juego cambiante de los niños, que tan pronto son príncipes como piratas, o del solitario juego adolescente, con las mil posibilida- des, meramente soñadas de uno mismo. El carnaval existencial, la “más- cara” como tentación metafísico-moral, apunta a una dimensión real de la vida, lo que ésta tiene, como vio Ortega, de juego o de evasión; pero no a lo que tiene de vocación, seriedad y misión. La vocación no es todavía tal mientras que, juego infantil o ensueño juvenil, permanezca o meramente inventada o representada a ratos, como una comedia: es menester abrazarse estrechamente a ella, elegirla, seguirla . Las vocaciones inventadas lúdica, fantástica, caleidoscópica- mente, sin firme adhesión personal, no son, pues, vocaciones” 11 . 9 J. ORTEGA Y GASSET, “No ser hombre de partido”, o.c ., 78. 10 Ib ., 79. 11 J.L.L. ARANGUREN, Remanso de Navidad y examen de fin de año , 163. (La cursiva es mía). c « a L a ti t c e p I h

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