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LA VOCACIÓN: CONCIENCIA DEL SENTIDO UNITARIO… 861 , z y s ». - a s - , r - - l r - e s e - - - : e e s - e En consecuencia, la ética orteguiano-arangureniana exige la creatividad y la intuición del magnánimo –pues, qué si no eso es escrutar los signos de los tiempos y determinar prudencialmente en qué consiste su realización personal–, y se distancia del espíritu del pusilánime que anda entre las cosas que han hecho otros buscando apenas conservarse mediante actos tácticos, mecánicos y vacíos. Por ello ésta no es una ética del deber estricto y tasado, sino de la sobreabundancia de vida psíquica y espiritual, una ética tonificante, esperanzada y esperanzadora pensada para salir de la crisis, para ir más allá de ella. Pero aunque la del abulense no es una ética del deber, cuenta con él. En Remanso de Navidad y examen de fin de año (1965), donde se haya la citada conferencia «Ética de la vocación» (1961), encontramos esta precisión: “El orbe moral parece, pues, que ha de componerse de estos dos hemisferios: el hemisferio de la ética del deber y el hemisferio de la ética de la vocación y el êthos , atravesados ambos por un eje, el eje de la felicidad, del que pende y al que se ordena toda la vida moral. (Más acertada que la imagen de la esfera, dividida en dos mitades sería… la de dos semiesferas de distinto radio, una dentro de la otra). La preten- sión de absolutismo no está justificada por parte de ninguno de los dos hemisferios… Pero en un cierto sentido el hemisferio de la vocación es más originario, pues pertenece a estructuras antropológicas radicales, en tanto que el otro se levanta sobre ellas” 28 . En esta misma obra escribe Aranguren que no sólo hay que pro- yectar lo que vamos a hacer en tal o cual circunstancia, sino lo que vamos a hacer de nosotros, lo que queremos ser; y que al proyectar caben tres posibilidades: 1) Poner nuestro destino en la «rueda de la fortuna» e ir haciendo de nuestra vida lo que vaya saliendo: es la vida como aventura , que es lo contrario a la vida como vocación. Postura esta muy propia de nuestro tiempo pues, según el filósofo de Ávila, el aventurero es típico de tiempos confusos e inseguros, ya que sin saberlo sacan la conclusión práctica de la filosofía en boga o de la falta de filosofía; 2) apegarse inertemente a las vigencias sociales, por gastadas que se encuentren; 3) inventar personalmente un estilo y un 28 ID., Remanso de Navidad y examen de fin de año , 160. (La cursiva es mía).

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