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CUARENTA AÑOS DE POSTCONCILIO. ALGUNOS RETOS SIGNIFICATIVOS… 797 e . - e a s e a a a l l - e - s . s - e r e , e e - a - l r por tanto el eje y punto de referencia del ser y del realizarse de toda persona, en su dimensión humana y ascético-espiritual, como obra que es de la mano de Dios. Un aporte práctico relevante de esta lectura esencial y esenciali- zada del Concilio ha sido el de la recuperación del valor preeminente de la Palabra de Dios escrita (la Biblia) y de la palabra de Dios trans- crita a través de los signos de los tiempos y lugares del ciclo vital de cada uno. De aquí el reto básico para todo creyente (no solamente para los llamados consagrados) del constante retorno, siempre téc- nicamente más perfecto, a las fuentes de toda vida cristiana y de la lectura atenta del “hoy de Dios”, mensaje diario de la propia historia sagrada de cada persona. Finalmente, el tercer criterio hermenéutico es el de intentar hacer una lectura consecuencial (valga el término). Es decir, se trata de leer y meditar los textos conciliares en función de las múltiples consecuencias que entrañan o, dicho de otra forma, en función de un desarrollo doctrinal y práctico inteligente y serio, completándo- los, perfeccionándolos, llevando hasta las últimas consecuencias sus intuiciones y sus virtualidades más profundas, ayudados incluso, obviamente, por los datos teológicos posteriores al Concilio, de manera especial en el campo de la exégesis bíblica, de los orígenes cristianos y de la problemática eclesial contemporánea. A causa del momento histórico de su celebración, el Concilio no pudo pronunciarse de manera definitiva sobre bastantes cuestiones, pero supo dejarnos el tesoro de muchas premisas y de muchos logros parciales que siguen siendo un propulsor espontáneo hacia ulteriores investigaciones y nuevas síntesis. Es interesante constatar que todos los últimos Papas han consagrado como “leitmotiv” de sus ponti- ficados, con términos parecidos, la idea de secundar la profunda dinámica del Concilio, reclamando una coral colaboración de toda la Iglesia. Baste un par de ejemplos: “Consideramos un deber primario el promover la aplicación del Concilio, favoreciendo sobre todo la adquisición de una adecuada mentalidad. Es decir, poniéndose antes de nada en sintonía con el Concilio para llevar a la práctica lo que ha enunciado, para hacer explicito, incluso a la luz de las sucesivas experiencias y en relación con las instancias emergentes y las nuevas circunstancias, lo que en él está implícito. En suma, hay que hacer madurar en el sentido del movimiento y de la vida, (o de la vida y
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