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796 FRANCISCO IGLESIAS Un segundo criterio hermenéutico es el de intentar hacer, sobre todo, una lectura esencial y esencializada de los textos conciliares. Es decir, debemos poner atención, de manera absolutamente priori- taria, a las orientaciones y a los objetivos de fondo, tanto por lo que se refiere al espíritu como a la letra del Concilio (en general y en cada uno de los diversos temas); o en otros términos, hay que subrayar las tesis-claves, las líneas de fuerza, que mejor delatan las premisas de las plataformas doctrinales básicas que sostienen toda la arquitectura conciliar, relegando el resto a un segundo plano. Aquí está, en esta lectura esencial y esencializada, lo más positivo y decisivo para la interpretación correcta del Concilio y lo más válido para lograr que el fuerte mensaje conciliar se desarrolle plenamente “en el sentido del movimiento y de la vida”, según la feliz expresión de Pablo VI, repe- tida por Juan Pablo II. A título de ejemplos, recuerdo ante todo la tesis, aludida ya, de la llamada o vocación universal a la santidad en la Iglesia ( Lumen gentium = LG, c.V), considerada comúnmente como la gran nove- dad “reencontrada” en el evangelio, de incalculables consecuencias para identificar el “código genético” de todos los discípulos de Jesús. Los padres conciliares, dando un salto de siglos, han recuperado con esta doctrina la idea primordial y específica de todo cristiano superando injustificados monopolios del evangelio discriminatorios de los creyentes en Jesús. A la luz de esta idea central, delibera- damente proclamada por el Concilio, entre otras cosas habrá que rectificar o precisar mejor algunos detalles, incluso de léxico (por ejemplo, la fórmula clásica de “institutos de perfección”), que, pese a la atención esmerada que se puso para eliminarla, ha quedado todavía, por un desliz, en el texto del n. 45 de la LG (sin contar, obviamente, el caso de la constitución sobre la sagrada liturgia, que se atuvo al léxico “tradicional” por haber sido aprobada un año antes de la LG). Un segundo ejemplo significativo también, en otro contexto (ver sobre todo Gaudium et spes = GS), es la afirmación conciliar de fondo de que la historia humana es el lugar donde se decide la sal- vación y la realización de toda persona. Esta perspectiva de la gracia encarnada en un tiempo y en un espacio, es decir en una humanidad perfecta, comporta el adecuado respeto de las “constantes antropo- lógicas” que lleva consigo la correcta promoción esencial e integral de todo ser humano. El binomio naturaleza y gracia viene a constituir z c c l s c l i c i l I e a e c

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