NG200701030
808 FRANCISCO IGLESIAS el paso a las diversos estados de vida, dentro del común estado cris- tiano, vendría lógicamente (y, por supuesto, sería una buena oportu- nidad también para puntualizar mejor la coherencia de los títulos o nombres de cada uno de esos estados de vida; un problema de ter- minología –no indiferente– discutido ya durante el concilio, pero sin llegar a conclusiones compartidas por todos y que sigue aún hoy sin resolverse). Permítaseme un avance que, desde una perspectiva obje- tivamente respetuosa y sanamente piramidal podría esquematizarse y diseñarse así: el christifidelis (el fiel o el cristiano o el fiel cristiano) (plataforma común de base para todos), capítulo III; el christifidelis (el fiel o el cristiano o el fiel cristiano) llamado laico, capítulo IV; el christifidelis (el fiel o el cristiano o el fiel cristiano) llamado consa- grado, capítulo V; y el christifidelis (el fiel o el cristiano o el fiel cris- tiano) llamado clérigo/jerarca/pastor, capítulo VI. Como quiera que sea, resulta sorprendente comprobar que, por ejemplo, después de cuarenta años de posconcilio, se siga hablando oficialmente (en fuerza de la inercia y del equívoco?) del “episco- pado, del clero, de las personas consagradas y de los fieles laicos”. ¿Dónde queda el vocablo “cristiano” (“christifidelis”) que es, y conti- nuará siendo de suyo siempre, la primera nota, sustantiva y radical, de todos? ¿No facilitaría luego esta común identificación de todos los discípulos de Jesús el encuentro de la denominación más objetiva y lógica de los diversos estados de vida, que comportan modalidades existenciales propias, pero siempre enraizadas y caracterizadas en Él y desde Él? Y ¿cómo se explica que todavía se hable hoy, a altos niveles oficiales de la Iglesia, de los “Institutos de perfección” con referencia a los cristianos consagrados, sin respetar la tesis central del capítulo V de la LG? 5.2. S EGUNDO RETO : L AICOS Y RELIGIOSOS En el complejo contexto de los debates conciliares de la doctrina sobre los laicos y religiosos, e incluso sobre la vocación universal a la santidad en la Iglesia, un padre conciliar pidió que se integrara de manera explícita en el texto una definición teológica concreta y precisa, cuya fórmula presentó, de la vida religiosa. La respuesta oficial de la comisión doctrinal correspondiente no dejó lugar a dudas: “Puesto que las “definiciones” son muy difíciles, especial- s t f c t c e t t c e a e c t a a v p 6
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