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806 FRANCISCO IGLESIAS creto el III de la LG, como deseaban muchos padres conciliares. Esta era la lógica más obvia y convincente. El esquema global de la LG habría quedado así: capítulo I, el misterio de la Iglesia (considerada en general y en la que se englobarían todos), como está actualmente; capítulo II, el Pueblo de Dios (que es la Iglesia en general y en la que se englobarían todos), como está actualmente; y aquí vendría, como capítulo III, el actual capítulo V, remodelado debidamente, sobre la vocación universal a la santidad en la Iglesia (una gracia que afecta y engloba también a todos); para continuar luego los otros capítu- los con los temas de los diversos estados de vida, encarnaciones con algunas modalidades propias del ser cristiano en la Iglesia. Esta hipótesis y este sueño de muchos padres conciliares, como he dicho, no pudo realizarse, pero bien claro quedó en el Concilio que un tal problema merecía la pena y que quedaba abierto a futuros estudios durante el posconcilio. He aquí un reto conciliar importantísimo, que ha quedado, a mi parecer, desatendido durante los 40 largos años posconciliares. Me permito ahora ofrecer una sugerencia. En vista de esa hipo- tética remodelación y colocación del actual capítulo V de la LG, me agradaría mucho que se diseñara y completara de nuevo todo ese capítulo integrando en él una serie selecta de temas relacionados con la dimensión “personal y personalizada” a que me refería antes. Creo que se trata de una reflexión “ad hoc”, demasiado desvaída, por lo menos, en el Concilio, y, sobre todo, que luego podría ilu- minar mucho la otra serie de problemas que continúan “abiertos” en los capítulos actuales III, IV y VI, sobre los estados de vida en la Iglesia. Esta propuesta que sugiero comprendería aproximadamente este esquema: a) La Persona de Jesús de Nazaret: realidad primordial en la vida de todo cristiano, fuente, maestro y modelo de toda per- fección (de la santidad cristiana) (cf. LG 40); el Señor Jesús es el ver- dadero fundador del único estado de perfección cristiana que existe, en el cual se entra por medio del bautismo. Repito: una cosa es el estado cristiano o el estado de vida cristiana y otra cosa son los esta- dos de vida o las modalidades existenciales de vida dentro del único estado cristiano, el estado, por esencia, de perfección. En conexión con esta centralidad de Jesús está el tema, que sigue pidiendo desde hace tiempo un “repensamiento” serio y muy a fondo, del segui- e J c f c f l s e l c I c e E e li r J

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