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780 MANUEL LÁZARO PULIDO desde los que vemos a Dios que a constreñirnos a llegar a Él por un número de vías” 101 . La afirmación del movimiento ascendente en términos de ejem- plarismo metafísico en una dinámica reductiva, implica una com- prensión en niveles significativos y ontológicos de la realidad que permite explicar las diferencias de los términos de la relación de las que hablamos con anterioridad. Y, a su vez, explican la posibilidad de comunicación y no de una lectura reductiva de la misma, cosa que siglos más tarde Feuerbach se vio obligado a hacer desde una crítica a la lectura idealista del esquema reductivo neoplatónico. La realidad diversa está relacionada de modo que todas las entidades se conectan entre sí significativa y ontológicamente. La reductio proporciona a san Buenaventura la herramienta necesaria en la que se representan las distintas realidades en su perfección y proporción de la escala de los seres creaturales (vestigio, imagen y similitud 102 ). Se nos ofrece en este modelo dinámico una posibilidad de supera- ción de la limitación creatural en una eficaz y auténtica comunicación que franquea tanto la dialéctica como el estatismo. Sin renunciar a la realidad natural invita al espíritu a entender realmente su fundamento esencial y existencial, mas ello no lleva a negar ni su naturaleza, ni su espíritu, ni tampoco reducirlas bien a espíritu, bien a idea. Luego, la reductio opera en el entendimiento que posee el hombre de que la naturaleza (imagen) puede ser superada en la gratuidad (similitud). En términos antropológicos podemos afirmar que la materia del ser humano (vestigio), como todo principio corporal –en una interpre- tación quizás ya apuntada en Platón 103 – puede referirse a Dios como a principio creador; y que el alma posibilita una relación como a 101 É. GILSON, La filosofía en la Edad Media. Desde los orígenes patrísticos hasta el fin del siglo XIV (Madrid 1989) 2 ed., 414. 102 “ Omnis creaturae est vestigium, quae est a Deo; omnis est imago quae cognoscit Deum; omnis et sola est similitudo, in qua habitat Deus ” ( Scient. Chr. , q. 4, concl.: V, 24). 103 El profesor Pablo García señala un preciso texto en el que Platón realiza una exégesis de la palabra “cuerpo” en el que ya aparece este significado sígnico: “SÓC.- Este nombre ( sôma ), desde luego, me parece complicado y mucho, aunque se le varíe poco. En efecto, algunos dicen que es la “tumba” ( sêma ) del alma, como si ésta estuviera enterrada en la vida presente. Y, puesto que, además el alma significa lo que significa a través del cuerpo, también se le llama justamente “signo” ( sêma )” (P. GARCÍA, “La concepción del cuerpo entre los griegos”, en Paradoxa 12 (2005) 132). s t v ( 2 t t c f t s c c p 4

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