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PENSAR LA ENCARNACIÓN. UN ACERCAMIENTO A LA POSICIÓN… 725 e - s e l e l s - r a l e e a s - s e l a r- a la encarnación y de la muerte en la cruz. Su escrito Cur Deus homo ?, reflexiona sobre la necesidad de ofrecer al Padre ofendido una satis- facción por el pecado. El pecado del género humano es una ofensa infinita a la majestad de Dios. Es el pecado el que pone en marcha la decisión divina de enviar al Hijo para que ofrezca una satisfacción de valor infinito al Padre: Es imposible que Dios pierda su honor, porque el pecador devuelve espontáneamente lo que debe o Dios se lo cobra a la fuerza [...] Es necesario que a todo pecado le siga la satisfacción o la pena 22 . Dios debe exigir el honor que le es debido porque es justo, y porque el orden de la justicia debe ser restablecido. La naturaleza humana es pecaminosa debido al pecado de Adán. San Anselmo establece la necesidad de la encarnación y de la muerte en la cruz: También puede entenderse en el sentido que por esa piadosa voluntad, por la cual el Hijo quiso morir por la salvación del mundo, le dio al Padre, aunque sin obligarle, el mandato y el cáliz de la pasión, y no le perdonó, sino que le entregó por todos nosotros y quiso su muerte, y porque el mismo Hijo fue obediente hasta la muerte y aprendió la obediencia por los sufrimientos que tuvo 23 . Dios ha querido a Cristo por el pecado y a causa del mismo. La encarnación es vista como una exigencia de los derechos de la justicia de Dios. Esta interpretación aparece anclada en esquemas jurídico-morales y quizá no contempla suficientemente el valor de la encarnación como misterio de la divinización del hombre. 22 “Deum impossibile est honorem suum perdere. Aut enim peccator sponte solvit quod debet, aut Deus ab invito accipit [...] Necesse est ut omne peccatum satisfactio aut poena sequatur”. S. ANSELMI CANTEARIENSIS, Cur Deus homo? , Lib., I, Cap. XIV-XV (Madrid 1952) 782. 785. 23 “Potest etiam recte intelligi, quia per illum piam voluntatem, qua voluit Filius pro salute mundi mori, dedit illi Pater, non tamen cogendo, mandatum et calicem passionis, et non pepercit illi, sed pro nobis tradidit illum, et mortem illius voluit; et quia ipse Filius oboediens fuit usque ad mortem, et didicit ex iis quae pas- sus est oboedientiam”. Ib ., Cap. X (Madrid 1952) 768.
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