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PENSAR LA ENCARNACIÓN. UN ACERCAMIENTO A LA POSICIÓN… 731 s - e - y - s il r a n l s n e e é ) e t o e 5 d i- l cuestión hipotética, se ven obligados a elegir entre dos razones fina- les: la perfección del universo o la salvación del género humano. Según la escuela escotista, la escuela tomista subordina la encarnación a la redención de tal forma que el hombre se convierte en el punto central de las obras de Dios ad extra . Todo se reduce al hombre, esta reducción alcanza su punto culminante en el preciso momento en el que el hombre es más indigno, en el instante en el que traiciona el amor de Dios con el pecado, y es entonces cuando Dios siente su mayor amor hacia el hombre, al punto de encarnar y sacrificar su propio Hijo para redimir al pecador. Para la escuela tomista, la escuela escotista, que da prioridad a la encarnación frente a la redención, no encuentra apoyos en la Sagrada Escritura. En la Escritura Cristo viene al mundo para redimirnos. Una lectura atenta y crítica de los textos escotistas y sus plantea- mientos teológicos nos ayudará a comprender que la razón última y más profunda de la encarnación no es la perfección del universo, ni la perfección del hombre, ni siquiera la perfección intrínseca del mismo Cristo o la gloria que Cristo puede dar a Dios; la razón de fondo que explica todas las demás es solamente una: la libre voluntad de Dios; el amor que libremente quiere comunicar ad extra . En la reflexión escotista, la encarnación, como historización de Dios, deja a un lado el pecado, y se sitúa en una clave más posi- tiva, superando todo hamartiocentrismo. Escoto no se coloca en el mundo de las posibilidades y de las hipótesis a la hora de descubrir el motivo por el cual Dios se ha hecho hombre. Su punto de partida es el decreto de predestinación de Cristo para ser el primer glorifica- dor de la Trinidad. No se niegan aquí las posibles consecuencias que la encarnación tenga en el ámbito de la redención, simplemente se niega que el pecado sea la causa de tan alta gracia, o condicione de alguna manera a la encarnación: Si la caída fuese causa de la predestinación de Cristo, se segui- ría que la obra suma de Dios sería solamente ocasionada, porque la gloria de todos no sería tanta intensivamente cuanto lo sería la de Cristo, y porque Dios habría abandonado una obra tan grande a

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