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694 CARLOS BAZARRA que ser justos con los niños, aceptarlos como niños y no pretender que sean adultos o ancianos. Esa es la justicia que sigue a la gracia de la infancia espiritual. En la planificación del Reino, los niños tienen un papel preponderante. Son punto de partida. Son pequeños, por eso son grandes en el Reino. La afirmación no ofrece duda alguna. Ante la actitud displicente de los Apóstoles que desde su auto- suficiencia consideran que los niños no hacen más que estorbar (“los discípulos les reñían” Mt 19,13; Mc 10,13; Lc 18,15) Jesús se enfadó: “Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan porque de los que son como tales es el Reino de los Cielos. Y abrazaba a los niños, los bendecía poniendo las manos sobre ellos” (Mc 10,14-16). “El que no reciba el Reino de Dios como niño, no entrará en él” (Lc 18,17). No debemos dejar de ser niños. Pero no debemos permanecer en una actitud pueril e inmadura. Pablo acierta a establecer la distin- ción oportuna: “Hermanos, no sean niños en juicio. Sean niños en malicia, pero hombres maduros en juicio” (1 Co 14,20). Es una dialéc- tica de infancia espiritual y madurez responsable. Gracia y Justicia. En la carta a los hebreos, el autor reflexiona sobre la relación entre vida cristiana y teología. El párrafo habla por sí mismo: “Sobre este particular tenemos muchas cosas que decir, aunque difíciles de explicar, porque ustedes se han hecho tardos de entendimiento. Pues debiendo ser ya maestros en razón del tiempo, vuelven a tener nece- sidad de ser instruidos en los primeros rudimentos de los oráculos divinos, y se han hecho tales que tienen necesidad de leche en lugar de manjar sólido. Pues todo el que se nutre de leche desconoce la doctrina de la justicia, porque es niño. En cambio, el manjar sólido es de adultos, de aquellos que, por costumbre, tienen las facultades ejercitadas en el discernimiento del bien y del mal” (Hb 5,11-14). La volubilidad e inconstancia pueden ser rasgos defectuosos de los niños. También esto lo denunció Jesús: “¿Con quién compararé a los hombres de esta generación? ¿A quién se parecen? Se parecen a los chiquillos que están sentados en la plaza y se gritan unos a otros diciendo: Les hemos tocado la flauta, y no han bailado; les hemos entonado lamentaciones, y no han llorado” (Lc 7,31-32). La infancia tiene unos valores que son gracia y que no deben ser eliminados; y tiene unas deficiencias que deben ser superadas con juicio y justicia. Ser niños y adultos, gracia y justicia, mística y ascética, que constituyen el misterio de la vida espiritual cristiana. g l 4 c c e v r ( 2 s s l j l t e

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