NG200701027
712 CARLOS BAZARRA Señor de los señores, el Dios grande, poderoso y temible, que no hace acepción de personas ni admite soborno” (Dt 10,16-17). “En Yahveh, nuestro Dios, no hay iniquidad ni acepción de personas ni soborno” (2 Cr 19,7). “Que no hay acepción de personas en Dios” (Rm 2,11; Ef 6,9; Col 3,25). “Hermanos míos, no entre la acepción de personas en la fe que tienen en nuestro Señor Jesucristo” (St 2,1). “Y si llaman Padre a quien, sin acepción de personas, juzga a cada cual según sus obras, condúzcanse sin temor durante el tiempo del destierro” (1 Pe 1,17). Hay textos en que esta neutralidad divina debe reflejarse en los juicios humanos: “No levantes testimonio falso, ni ayudes al malvado dando testimonio injusto. No sigas a la mayoría para hacer el mal, ni te inclines en un proceso por la mayoría en contra de la justicia” (Ex 23,1-2). “No torcerás el derecho, no harás acepción de personas, no aceptarás soborno, porque el soborno cierra los ojos de los sabios y corrompe las palabras de los justos. Justicia, sólo justicia has de bus- car, para que vivas y poseas la tierra que Yahveh tu Dios te da” (Dt 16,19-20). “No hagas injusticia en tus juicios, ni favoreciendo al pobre ni complaciendo al poderoso: juzga a tu prójimo según justicia” (Lv 19,15). “No harán en juicio acepción de personas, escucharán al pequeño lo mismo que al grande, no tendrán miedo al hombre, pues la sentencia es de Dios” (Dt 1,17). A veces la neutralidad se convierte en parcialidad a favor del pobre: “No tuerzas el derecho de tu pobre en su pleito. Aléjate de causas mentirosas, no quites la vida al inocente y justo; y no absuel- vas al malvado. No recibas regalos, porque el regalo ciega a los perspicaces y pervierte las causas justas” (Ex 23,6-8). “No torcerás el derecho del forastero ni del huérfano, ni tomarás en prenda el ves- tido de la viuda” (Dt 24,17-18). “Maldito quien tuerza el derecho del forastero, el huérfano o la viuda” (Dt 27,19). El salmo repite la misma idea: “Juzguen a favor del débil y del huérfano, hagan justicia al humilde y al indigente, liberen al débil y al pobre, arránquenle de las manos de los impíos” (Sal 82 (81),3-4). “juzga con justicia y defiende la causa del mísero y del pobre” (Pr 31,9). “Den sus derechos al oprimido, hagan justicia al huérfano, abo- guen por la viuda” (Is 1,17). “Si realmente hacen justicia y no opri- men al forastero, al huérfano y a la viuda, entonces yo me quedaré con ustedes en este lugar” (Jr 7,5-6). “Escuchen esto los que pisotean a ‘¿ a a 7 r 1 t l t ( e l y l e
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