NG200701027

DIOS, GRACIA Y JUSTICIA 707 a y - s ” e - ” e y a - . , , s - - e s y : - y : e s s 4 Dios es amor, proclama el salmista. Es un salmo que nunca meditaremos bastante: “Bendice a Dios, alma mía, perdona todas tus culpas, rescata tu vida de la fosa, te corona de amor y de ter- nura... hace obras de justicia, y otorga el derecho a todos los opri- midos... Clemente y compasivo, tardo a la cólera y lleno de amor... No nos trata según nuestros pecados... Como se alzan los cielos por encima de la tierra, así de grande es su amor... ¡El hombre! Pasa por él un soplo y ya no existe... Mas el amor de Dios desde siempre hasta siempre, y su justicia para los hijos de sus hijos” (Sal 103 (102) 1-18). También está el salmo imprecatorio contra el impío: “queden sus hijos huérfano y viuda su mujer. Anden sus hijos errantes, men- digando, el acreedor atrape todo lo que tiene... ¡Ni uno solo tenga con él amor, nadie se compadezca de sus huérfanos! Persiguió al pobre; amó la maldición: sobre él recaiga; no quiso bendición: que de él se aleja. Copiosas gracias a Yahveh porque Él se pone a la diestra del pobre para salvar su alma de sus jueces” (Sal 109 (108),8- 31). “Sé que Yahveh al humilde hará justicia, y llevará el juicio de los pobres” (Sal 140 (139),13). Finalmente el salmo 146 nos recuerda el programa de Jesús en la sinagoga de Nazaret: “No pongan su confianza en los príncipes, hijos de hombre que no pueden salvar; sino en el Dios de Jacob, que hace justicia a los oprimidos, da pan a los hambrientos, suelta a los enca- denados, abre los ojos del ciego, endereza a los encorvados, protege al forastero y sostiene a la viuda y al huérfano” (Sal 146 (145),3-9). 10. LOS POBRES (2) Pasemos al Nuevo Testamento. Desde el Magníficat, la contra- posición aparece a favor de los pobres: “Exaltó a los humildes, a los hambrientos colmó de bienes” (Lc 1,52-53). Dios se hizo niño pobre: “lo envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento” (Lc 2,7). La existencia de pobres motiva la opción que Jesús va a hacer a favor de ellos: “El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva” (Lc 4,18). La unción espiritual se amplía a favor de los cautivos para darles liberación, a favor de los enfermos de ceguera para recuperar la vista, y a favor de los oprimidos espiritual, social y políticamente para darles la libertad.

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