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DIOS, GRACIA Y JUSTICIA 703 s ” r s : - s - a s a s e ” c : e - - ; e s , y y s l a era un hombre rico (Lc 19,2). En su encuentro con Jesús, inicia su proceso de conversión: “Daré, Señor, la mitad de mis bienes a los pobres; y si en algo defraudé a alguien, le devolveré el cuádruplo. Jesús le dijo: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa” (Lc 19,8-9). Jesús es un buen observador. En la puerta del templo observa a los que hacen donativos para el culto: gente rica y una pobre viuda. Jesús constata: “Los ricos han echado como donativo de lo que les sobraba, la viuda en cambio ha echado lo que necesitaba, todo cuanto tenía para vivir” (Lc 21,3-4). 8. LOS RICOS (3) ¿Cómo entendieron esta doctrina los seguidores de Jesús? Los primeros cristianos comprendieron el peligro de ser ricos. “El de con- dición humilde gloríese en su exaltación; y el rico, en su humillación, porque pasará como flor de hierba: sale el sol con fuerza y seca la hierba y su flor cae...; así también el rico se marchitará en sus cami- nos” (St 1,9-11). “¿No son acaso los ricos los que les oprimen y les arrastran a los tribunales? ¿No son ellos los que blasfeman el hermoso Nombre que ha sido invocado sobre ustedes?” (St 2,6-7). El último capítulo de la carta de Santiago es escalofriante: “Ustedes, ricos, lloren y den alaridos por las desgracias que están para caer sobre ustedes. Su riqueza está podrida y sus vestidos apolillados; su oro y su plata están tomados de herrumbre y su herrumbre será testimonio contra ustedes y devorará sus carnes como fuego. Han acumulado riquezas en estos días que son los últimos. Miren, el salario que no han pagado a los obreros que segaron sus campos está gritando; y los gritos de los segadores han llegado a los oídos del Señor de los ejércitos. Ustedes han vivido sobre la tierra regaladamente y se han entregado a los placeres; han hartado sus corazones en el día de la matanza. Condenaron y mataron al justo; él no los resiste” (St 5,1-6). El grito de los segadores evoca el grito de los esclavos en Egipto: “El clamor de los israelitas ha llegado hasta mí y he visto la opresión con que los egipcios los oprimen” (Ex 3,9). A Timoteo se le recuerda: “Los que quieren enriquecerse caen en la tentación, en el lazo y en muchas codicias insensatas y pernicio- sas que hunden a los hombres en la ruina y en la perdición. Porque

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