NG200701027

DIOS, GRACIA Y JUSTICIA 699 a l : - e e e í e a - s e - - , a s - s a s e - e a ’. del cuento es evidente: “¿No debías tú también compadecerte de tu compañero, del mismo modo que yo me compadecí de tí? Eso mismo hará con ustedes mi Padre celestial, si no perdonan de cora- zón cada uno a su hermano” (Mt 18,33-35). La opción de Dios y de Cristo es por los pecadores, opción por la gracia, no por la justicia. Todos nosotros somos pecadores, nece- sitamos la misericordia de Dios, debemos practicar la misericordia con los pecadores, es decir, con todos. No es una opción excluyente, porque a nadie debemos excluir de la misericordia como si fuera justo. No. Sólo Dios es bueno. El documento de Puebla (permítaseme una cita extrabíblica) afirmó: “Jesucristo, Salvador de los hombres, difunde su Espíritu sobre todos sin acepción de personas. Quien en su evangelización excluya a un solo hombre de su amor, no posee el Espíritu de Cristo” (Puebla 205). En la introducción al capítulo 15, el capítulo de las tres parábolas de la misericordia, Lucas constata una realidad: “Todos los publica- nos y los pecadores se acercaban a él para oírle, y los fariseos y los escribas murmuraban diciendo: ‘Éste acoge a los pecadores y come con ellos” (Lc 15,1-2). Invito a reflexionar sobre el verbo “acoger”. Es una actitud mucho más amplia que la de perdonar. “Acoger” significa que no se reserva el derecho de admisión. Jesús recibe a cualquiera, no importa que sea pecador. Más aún, precisamente por ser pecador tiene pre- ferencia. Se puede perdonar sin acoger, pero la acogida es mucho más generosa, no se le imponen condiciones, se le acepta como es, y éste es el primer paso para que el pecador comience a ser un hombre nuevo, mediante una conversión a la gracia. La acogida es compa- sión, “simpatía”, comunión. Es el Reino de Dios, el mismo Jesús, lla- mando a la puerta. Son las palabras esperanzadoras del Apocalipsis: “Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo” (Ap 3,20). 6. LOS RICOS (1) Con los pecadores hemos entrado en el terreno antropológico. No hablemos de los ángeles y centrémonos en nuestra experien- cia humana. Hombres y mujeres somos pecadores. Los pájaros, los

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz