NG200701027

) e a A DIOS, GRACIA Y JUSTICIA 1. PLANTEAMIENTO Intento una meditación en voz alta. Quiero hacer oración sobre el Reino de Dios, Paternidad divina, filiación y fraternidad humana, Reino de Dios. El dato incuestionable es que nacimos, vivimos y un día mori- remos. Los acontecimientos de nacer, vivir y morir nos afectan a todos. El nacimiento es pretérito. La vida, en mayor o menor duración, es presente. La muerte es futuro. No podemos negar que nacimos y vivimos. Pero quizás abrigamos el sueño de no morir. Se habló de que Henoc “desapareció porque Dios se lo llevó” (Gn 5,24). El profeta Elías iba hablando con Eliseo “cuando un carro de fuego con caballos de fuego se interpuso entre ellos, y Elías subió al cielo en el torbellino” (2 R 2,11). De la Virgen María con motivo de la proclama- ción del dogma de la Asunción (año 1950) discutieron los teólogos si María murió o subió al cielo sin pasar por la muerte. Y del Apóstol San Juan “corrió la voz entre los hermanos de que no moriría. Pero Jesús no había dicho a Pedro: ‘No morirá’, sino ‘si quiero que se quede hasta que yo venga” (Jn 21,23). Pablo tiene una afirmación sorprendente en esta línea: “¡Miren! Les revelo un misterio: No mori- remos todos, pero todos seremos transformados” (Rm 15,51). Será una peculiaridad de los que estén vivos en el momento del fin del mundo. No sé si será, de todos modos, una manera de morir. Dejemos, de momento, el tema de la muerte. Vengamos al naci- miento de cada uno de nosotros. Hay una afirmación paulina que impacta: “Antes de haber nacido, y cuando no habían hecho ni bien ni mal –para que se mantuviera la libertad de la acción divina, que depende no de las obras sino del que llama– le fue dicho a Rebeca: El mayor servirá al menor, como dice la Escritura: Preferí Jacob a Esaú” (Rm 9,11-13). El nacimiento es Gracia, gratuidad, benevolencia. El libro de la Sabiduría tiene afirmaciones que no podemos pasar por alto. Así cuando dice: “No fue Dios quien hizo la muerte,

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