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NATURALEZA Y SOBRENATURALIDAD… 675 e l l e , - s a l , a a a l a e s - á e e - s a e l , l o mensaje cristiano, presentado por la Escritura y el Magisterio de la Iglesia, como necesario de ser creído para la salvación o perfección transcendente del hombre. Para creer en ello -es decir, para adherirse con un asentimiento sin reservas- es evidente que se ha de conocer. Es lo que ofrece la Escritura a través de la tradición y predicación de la Iglesia. Como en todo testimonio es también aquí el oído o audi- ción previa de que habla San Pablo: ¿Cómo creerán en aquel a quien no han oído?... Por tanto, la fe viene de la predicación, y la predi- cación, por la Palabra de Cristo (Rm 10,14.17). Una vez conocido el mensaje, el hombre tiene que dar su asentimiento tomando una posición de creyente frente a la verdad y al testigo. Sería el ‘habitus’ de la fe. En la contextura del pensamiento medieval hay un presupuesto que domina toda la reflexión sobre la fe y es que su carácter salvífico o sobrenatural lo recibe de Dios constituyendo una ‘virtud sobre- natural’, no lograda a base de la repetición psicológica de actos de fe. Por otra parte, estamos lejos de los cuestionamientos exegéticos, psicológicos, culturales y sociales, con los que el tema de la fe se ha enfrentado a través de la historia sorteando racionalismos a ultranza o fideísmos desertores de la razón. El tema de la fe como lo trata Escoto es aparentemente más sencillo o, al menos, más limitado. Aparte de lo experimentable en nuestra decisión religiosa de aceptar lo que constituye el mensaje cristiano ¿necesita el hombre la fe infusa? ¿No basta la fe adquirida a través del entendimiento y de la voluntad ayudados por la gracia para que su adhesión a Dios en Cristo adquiera la calidad de sobrenatural (= conducente a la vida eterna)? Escoto supone una situación relativamente optimista del ser humano frente a la revelación cristiana. Puede naturalmente llegar a la convicción de que existe Dios, suprema verdad que no puede engañarse ni engañar. Por otra parte, el contenido del mensaje cris- tiano es atestiguado por una serie de documentos y personas ple- namente creíbles que remiten a la certeza de la revelación por parte de Dios. De por sí, esto significa que se puede naturalmente llegar a creer en ello. Se podría hablar hoy de una cuasi-evidencia respectiva en un sujeto de mente lúcida capaz de una síntesis de todas las llama- das de la mente y del corazón. Sería una fe adquirida y suficiente para

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