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EL CONTROL DE LA JERARQUÍA ECLESIÁSTICA POR LA CORONA… 645 e a s e a - e e - - il - y - . s - l - l y r a s l e a a prepotencia española en Roma, donde, según él, se violaban los derechos de la soberanía pontificia. Y, en cuanto a la aplicación del Concilio de Trento, Pástor exa- gera el malestar causado en Roma por la tardanza en publicar en los Estados del Rey Católico los decretos del Concilio. Y, si por fin, se avino a promulgarlos el 19 de julio de 1564, se obstinó el Rey en inmiscuirse en los asuntos eclesiásticos introduciendo la cláusula “salvando los derechos reales”, en cuya virtud quedaban sin efecto los tan saludables decretos. Pero no sigamos espigando cardos y espinas, que no rosas, en las páginas de Pástor. Difícilmente se pueden acumular más acusa- ciones en menos espacio. Y la verdadera historia es algo más que una acusación y una apología. Una serie de prejuicios emocionales, ajenos a la insobornable verdad de los documentos, condujeron a Pastor por caminos extra- viados y lo hicieron cometer lamentables errores históricos. Pero ya sabemos que, como decía Einstein, es más fácil desintegrar un átomo que deshacer un prejuicio. No utilizó Pastor en su historia los archivos españoles. Los úni- cos diez días que en toda su vida pasó por España –del 2 al 12 de septiembre de 1895– los gastó principalmente en visitas turísticas y entre otras cosas en asistir en Madrid a una corrida de toros, que en su imaginación romántica le hizo trasladarse a las luchas de los gladiadores en el anfiteatro romano. Visitó también la Biblioteca Nacional y admiró la enorme cantidad de sus fondos, que natural- mente no pudo consultar. Recorrió las ciudades de Burgos, Toledo, Ávila y El Escorial. Y en San Sebastián vio a Alfonso XIII, niño de 10 años, jugando en la playa. De los demás archivos de Madrid o del riquísimo Archivo de Simancas ni una palabra. Esa fue toda la infor- mación directa que Pástor tuvo de España 2 . Por eso, el eminente historiador Pedro Leturia le pronosticó, tras la lectura de su obra, que, a la larga, su Historia de los Papas le podría resultar funesta algún día por la culpable unilateralidad de sus juicios. 2 L. VON PÁSTOR, Tagebücher, Briefe, Erinnerungen (Heidelberg 1950) 280- 282

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