NG200701025

666 QUINTÍN ALDEA privada al Rey de España por medio de un Breve y una carta, cedie- ran para no dilatar más el comienzo y no dar pretexto a otros para atribuir la dilación a España, como hace Pástor. “Mas, habiendo considerado, escribe el Rey, la resoluta determi- nación de S. Santidad y del inconveniente que sería en todo tiempo –y más en esta coyuntura– no estar conformes con su voluntad y que en el mundo se entienda que de mi parte se contradice y no se obedesce lo que S. Santidad ha acordado y la culpa que se nos cargaría, aunque injustamente, de que por nuestra causa se estorba y deja de hacer el Concilio, demás desto, viendo cuán adelante pasa en Francia el daño que hay en las cosas de la reliqión y el propósito en que están de tener el concilio nacional, no se haciendo el general,... todavía por las causas susodichas y porque S. Santidad vea el amor que le tenemos y deseo de mostrárselo con obras y seguirle en todo y por todo, y tanto más en tiempo que se puede decir que ya no queda provincia sino Italia y nuestros reinos y Estados donde se conserve la autoridad suya y de aquesta Santa Sede y se le dé la obediencia debida, nos habernos resuelto en aceptar el Breve que S. Santidad ofrece que nos enviará” 23 . El sentido de respeto al Papa, el tono sumiso y humilde y la consideración del bien universal de la Iglesia que aquí aparecen, no encajan con la imagen despótica del rey que Pástor transmite a sus lectores. El mismo Pío IV, nada más recibir esta información a través de los embajadores de España, mandó reunir el consistorio de cardena- les e hizo en él tales alabanzas de Felipe II y de su padre el Empera- dor, que merece la pena copiarlas como testimonio del aprecio que ambos personajes le merecían al Papa. “Respondiónos, dicen los embajadores españoles, con tanta y tan extraordinaria alegría cuanta no podríamos significar, y tal es la que a todos ha mostrado con decir de V. M. mil bienes. Y así... mandó lla- mar Consistorio para el día siguiente, el cual hizo solo para este efecto de declarar lo que V. M. hacía y determinación santa y tan digna de Rey Católico que V. M. había tomado, en cuyas alabanzas y del Empe- rador, nuestro señor, que es en gloria, hizo en tan largo encomio que en ello gastó todo el tiempo con palabras dignas de quien las decía y de quien se decían, tantas y tales que no se podrían fácilmente referir. 23 Ib ., 283: Carta del Rey al embajador Vargas y a don Juan de Ayala, Madrid 19 junio 1561. a F c li a l t j e A

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