NG200701025
EL CONTROL DE LA JERARQUÍA ECLESIÁSTICA POR LA CORONA… 663 - - e s e - s e - a s l - l a y a s - a - s e Después de hablarle de las gestiones que había hecho con Fran- cia por medio de su embajador Antonio de Toledo para estorbar allí la celebración del Concilio nacional, prosigue Felipe II: “Estando yo entendiendo en este despacho y en hacer este beneficio a la Cristiandad y servicio a essa Santa Silla, tuve aviso de ahí cómo V. Sd. había mandado platicar a algunas personas si los decretos hechos en el Concilio de Trento en cosas de la fee, y seña- ladamente el de la Justificación, tenían fuerza hasta ser confirmados por V. Sd. y lo que convenía hacer. Lo cual, cierto, no pudiera llegar a peor tiempo, porque me paréselo que se había movido en tan mala sazón, que sería gran parte assí para impedir el Concilio general (en que yo por conformarme con la voluntad de V. Sd. tan determina- damente he venido) como para dar más avilanteza a que se haga el Concilio nacional en Francia y a que los herejes tomen alas y occa- sión de tener en menos el Concilio de Trento, y los cathólicos, que ya lo tienen tan admitido y por artículo de fee los decretos dél, se escan- dalicen y desanimen, pero todavía me paréselo despachar a don Antonio de Toledo por no dejar de hacer lo que debo por el bien de la Cristiandad, aunque hablando con V. Sd. como con padre, a quien yo tanto amo y acato, no puedo dejar de decirle que el haber permi- tido V. Sd. que esto se pusiesse en plática me ha dolido gravemente por el daño que causaría a la celebración del Concilio universal y del bien que dél se podía esperar, siendo tan ajeno de lo que convernía para encaminarlo. Y assí no he querido hablar acá en ello a los minis- tros de S. Sd. ni menos escribirlo allá a los míos, sino declararlo a V. Sd. por esta carta de mi mano. Lo cual ninguno dellos sabe lo que contiene, porque no es razón que nadie entienda que puede salir cosa de V. Sd. y seña- ladamente en esta materia, en que yo tenga diverso parescer del suyo. A quien supplico muy humildemente tome este acuerdo como de hijo muy obediente y considere con su gran juicio el gran daño que desta plática y en este tiempo y coyuntura se puede seguir y el estorbo que hará a todo el bien que se espera, y haga echar tierra sobrella para que no se hable más en ella ni se entienda jamás que se pone en dubda ni en disputa lo determinado en el dicho Concilio de Trento, porque será no solo destruir lo hecho en él, que es de tanta importancia para nuestra fee y religión, mas aun resultaría la desautoridad de los Concilios pasados y ruina dessa Santa Sede. Y,
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