NG200701025

EL CONTROL DE LA JERARQUÍA ECLESIÁSTICA POR LA CORONA… 661 - a - a - r a - l l - l - e e - s - o , e r - e l a Concilio, como está dicho, nos ha parecido muy bien lo que Su San- tidad ha resuelto que prosiga el de Trento, el cual fue, como sabéis, convocado no solo para las cosas de la religión, pero también de la reformación, y que agora se podrá proceder en lo uno y en lo otro, continuando lo comenzado”. Esto, que era tan claro y natural, se volvió turbio para el Empe- rador Fernando I, quien, aunque estaba convencido personalmente de ello, estimaba, no obstante, que había que darles una última opor- tunidad a los protestante. Éstos, en efecto, reunidos en Naumburg, habían oído con atención y benevolencia las propuestas del Empe- rador, pero habían repudiado de mala manera las de los nuncios del Papa. Por eso, Fernando I, que quería la paz en el Imperio, proponía lo siguiente: primero, un no rotundo a la continuación del Concilio; segundo, que se hiciera la reforma de las costumbres antes del Conci- lio; y tercero, que se concediera para el ámbito del Imperio la comu- nión sub utraque specie y el matrimonio de los clérigos. Con esto pensaba engañosamente Fernando I ganarse la volun- tad de los luteranos. A pesar de las buenas relaciones familiares entre los dos Habs- burgos –el Emperador y el Rey de España– Felipe II se mantuvo en los antípodas de la propuesta imperial, a saber, sí, a la continuación del Concilio; no, a la reforma fuera del Concilio; y no, a la comunión bajo las dos especies y al matrimonio de los clérigos en Alemania. Sobre estos temas había discutido largamente la junta de pre- lados, teólogos y consejeros, presididos en Toledo por el Cardenal Silíceo. Y pensaban que, si la reformación se trataba antes y fuera del Concilio, cosa que había sido siempre una de las razones de reunirse los Concilios para ajustar la marcha de la Iglesia con la de la Socie- dad, se daría un pretexto a los protestantes para no asistir. Es lo que había sucedido en el pontificado de Paulo IV, quien por querer hacer él la reforma sin el Concilio, se opusieron los ale- manes y escribieron muchos tratados contra él. Y, aparte de eso, se retrasaría la convocación del Concilio y con ello se favorecería la reunión del concilio nacional de Francia, que a toda costa había que evitar.

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