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656 QUINTÍN ALDEA al bien público, yendo siempre con esta máxima: que no se ha de tener por bueno para mí, por otros respetos, el que no lo ha de ser para la Iglesia y bien de la Cristiandad. Porque, demás que se han ya puesto de manera las cosas que se ha hecho causa común con la mía, cuando fuera lo contrario preferiría yo el buen gobierno de ella a mis particula- res con ayuda de Nuestro Señor. Mas, pues ha sido servido que anden estas cosas juntas, confío también de su bondad que el que se entendiere muy a boca conmigo, siendo bueno en las demás partes, no le dejará de importar esta cali- dad para el bien común” 8 . ¿Podían fluir estas frases de la pluma de un príncipe cristiano que no se identificase lealmente con los intereses de la Iglesia? 3. EL CONCILIO DE TRENTO En la Edad Moderna, es el Concilio de Trento uno de los fenó- menos europeos más representativos de su tiempo. El movimiento hacia una mayor conciencia de nacionalidad iba reduciendo poco a poco la fuerza ultranacional del Humanismo renacentista y de la Cris- tiandad. Lo diferencial se elevaba sobre lo común y se manifestaba, en no pequeña medida, en las formas complejas de la vida religiosa. ¿Era un beneficio o un progreso ese creciente nacionalismo que hacía fracasar la idea más universalista de la Edad Media? Esa dualidad de la vida europea –lo común y lo diferencial, o Europa y las naciones– ¿eran conciliables entre sí? ¿Podría el alma de Europa soportar por más tiempo esa tensión entre polos tan opuestos? Hacía falta una respuesta urgente a los retos sobrevenidos, un reajuste de las ideas y de las fuerzas espirituales de Occidente. Hacía falta una seguridad doctrinal mayor en la base de las creencias. Hacía falta una reforma de la vida colectiva, particularmente de la admi- nistración eclesiástica, la tantas veces reclamada reforma in capite et in membris . Pero ¿quiénes serían capaces de emprender tamaña empresa? Para reunir un Concilio –que era entonces el mejor instru- mento de reforma– ¿bastaría la Iglesia de los clérigos o se requeriría también la Iglesia de los laicos? 8 B.N. Madrid, Ms. 3062 : Relación de las cosas de Roma. e c s r e i y l t I

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