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REALIDAD Y VERDAD EN HISTORIA 627 a r a - - a e e e e , s s e - s l a e , - . r ‘la verdad’, seguirá siendo simplemente su verdad. La otra, la verdad pública del momento, la única que importa en el mundo efectivo de las acciones y de los éxitos, es hoy producto de la prensa [los medios de comunicación]. Lo que ésta quiere es la verdad. Sus jefes producen, transforman, truecan verdades. Tres meses de labor periodística [audio- visual] y todo el mundo ha reconocido la verdad. Sus fundamentos son irrefutables mientras haya dinero para repetirlos sin cesar. La antigua retórica también procuraba más impresionar que razonar […], pero se limitaba a los presentes y al instante. El dinamismo de la prensa [de los medios] quiere efectos permanentes. Ha de tener a los espíritus perma- nentemente bajo presión. Sus argumentos quedan refutados tan pronto como una potencia económica mayor tiene interés en los contraar- gumentos y los ofrece con más frecuencia a los oídos y a los ojos. En el instante mismo, la aguja magnética de la opinión pública se vuelve hacia el polo más fuerte. Todo el mundo se convence enseguida de la nueva verdad” 31 . Nosotros proponemos, ahora, apoyarnos en un icono. Del último Leonardo da Vinci nos queda una obra pictórica que se con- serva en el Museo del Louvre de París. Representa a san Juan Bautista en claroscuro, con inquietante sonrisa. La certidumbre lumínica de la mano derecha se alza y el dedo índice señala más allá de las som- bras 32 . Pues bien, hay necesidad de retomar el quehacer histórico con racionalidad e ironía crítica, como desenmascaramiento de las retó- ricas. Un leonardesco dedo hacia mayor complejidad (en ella está la realidad y la verdad) para no ser constreñidos y manipulados en nuestra libertad 33 , cuanto menos mental. Resulta, pues, conveniente que se aplique a la Historia alguna parte del método escéptico de dudas y probabilidades, o una mayéu- tica de interrogantes y contradicciones desde una cierta reserva men- 31 O. SPENGLER, La decadencia de Occidente (Madrid 1976), duodécima edi- ción, vol. II, 537; traducción de Manuel G. Morente sobre el original alemán de 1922. 32 K. CLARK, Leonardo da Vinci (Madrid 1986) 129ss.: “San Juan era el Precur- sor de la Luz y de la Verdad. Y el Precursor de la Verdad constituía inevitablemente una pregunta. El san Juan de Leonardo es el eterno signo de interrogación, el Enigma de la creación” (131). El cuadro fue pintado hacia 1514-1515. 33 “Las conductas parecen libres pero, en el fondo, están sujetas a la constante manipulación. Esa es la trampa”: R. ARGULLOL – E. TRÍAS, El cansancio de Occidente (Barcelona 1992) 52.

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