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LA TEOLOGÍA EN SALAMANCA EN EL SIGLO XIX 581 , e a - s - a ; s , - y : - e - - - , s , a - il s , “Los acontecimientos políticos vinieron a completar el desorden y la ruina de tan desgraciados establecimientos. A una guerra asoladora, sucedió un largo período de reacciones, de estupidez, de encono con- tra todos los adelantamientos sociales; período solamente interrumpido por tres años de revoluciones y trastornos, y que concluyó por man- darse cerrar en todo el reino las universidades. Siguió la guerra civil, y con ella la lucha de los partidos, acompañadas ambas de cuantos males son consiguientes a semejantes conmociones, de suerte que la primera mitad del presente siglo, además de haber sido infecunda para la enseñanza, ha presenciado la ruina de casi todos los elementos que en España habían acumulado las edades para la instrucción de la juventud. Así, pues, el cuadro que a principios de 1845 presentaban las universidades españolas era el más lastimoso” 9 . Nos parece oportuno subrayar lo que él pone ya de manifiesto. No se trata de que la decadencia fuera una consecuencia derivada de la guerra, sino que ésta agravará algo ya enquistado en la estructura universitaria, haciéndola todavía más débil y mortecina. No se puede tampoco olvidar que, en este sentido, por Decreto de 30 de abril de 1810 se habían suspendido los estudios públicos en las Universida- des y Colegios 10 , aunque dicho Decreto será derogado el 16 de abril de 1811, por los diputados de Cádiz. Se trataba de un momento nada propicio para los ámbitos universitarios, pero donde con normalidad sigue funcionando toda la institución incorporando cursos, velando por sus intereses económicos, etc. Eran, en definitiva, instituciones que vivían de la Historia de un pasado glorioso, anquilosadas en el tiempo e incapaces de dar nuevas respuestas, aunque éstas fueran urgentes y necesarias 11 . 9 A. GIL DE ZÁRATE, De la Instrucción Pública en España , II (Madrid 1855) 317. 10 Con todo, en los claustros de la Universidad de Salamanca de esos meses, no aparece ninguna señal. Sólo en el mes de septiembre de 1810, acerca de la apertura del nuevo curso académico, lo que se hace con total normalidad, incluso nombrando sustitutos para las respectivas cátedras. cf. AUSA, Libro de Claustros , lib. 259, ff. 290v-294r. Con todo, sí se dejan notas ciertas irregularidades. Así, respecto a señalar aula para las precepciones de gramática, el claustro decidirá, “que por ahora comienzen enseñando en sus casas, con puerta abierta todas las horas que dure la enseñanza”. Ib ., f. 295r. 11 Prueba de ello es la referencia de Gil de Zárate acerca del estado de las bibliotecas universitarias que, para teología salían bien paradas, pero no en razón del momento actual, sino como fruto de la atención de otras épocas: “Lo que sí
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