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580 MIGUEL ANXO PENA estas tierras. Algo que ya había sucedido en las décadas precedentes, y que ahora se miraba también a que tuvieran el corte político que más convenía al Estado. El servicio al Estado, también de la teología seguía, siendo un elemento fundamental, aunque ahora fuera inter- pretado de diversa manera. Concluidos esos cuatro años con la obra del P. Gazzaniga, los alumnos podían graduarse de bachilleres, siempre y cuando hubie- ran además asistido a la cátedra de hebreo. El quinto año se seguiría con la Sagrada Escritura; el sexto, Historia y Disciplina Eclesiástica; el séptimo, Moral Cristiana, por el compendio de los Salmanticensis del dominico Roselli; y, el octavo, Religión por Bailly 8 , y Retórica, con lo que podrían acceder a la licenciatura, siempre que asistieran a las Academias dominicales. Como se puede ver, era una forma- ción totalmente desgajada, donde aquellos que estudiaban como medio de promoción burocrática, saldrían con una formación muy cerrada sobre un autor, un maestro y un horizonte de pensamiento: el tomista, sin posibilidad de un planteamiento más amplio que per- mitiera valorar los diversos matices. Por otra parte, aun aquellos que pretendían una licenciatura, no dejaban de seguir una ratio , total- mente dependiente de un hacer de otras épocas y que ya no era res- puesta a las necesidades del momento. La escolástica había perdido lo transparente de un método que hacía pensar para convertirse en una opción unilateral y, por lo mismo, incapaz de dar respuestas con- cretas a las necesidades que se estaban planteando. Por otra parte, lejos de dar sus propias respuestas, desde ésta los maestros estaban más preocupados de atacar constantemente y negar la validez de las nuevas ciencias empíricas. Es evidente que el plan no tuvo una acogida muy favorable, ya que los tradicionalistas lo habían atacado ampliamente. Por otra parte, no se puede olvidar que, en este sentido, la guerra de la Inde- pendencia pondrá estas preocupaciones en un segundo lugar, por lo que la atención a las mismas tendrá un carácter casi anecdótico. Gil de Zárate, valorando todo este momento y sus constantes cambios dirá: 8 Su obra pasará al Índice Romano , por decreto del 7 de diciembre de 1852, Donec corrigatur. l t 1 s t 3 n a n 2 s c e b d

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