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598 MIGUEL ANXO PENA Lejos quedaban ya los momentos de fuerte confrontación y debate, en el que tanto los individuos, como los grupos de presión a los que pertenecían se debatían por las cátedras. En este sentido, la primera diferencia se encontraba en el mismo hecho de que las cátedras no eran ya para el Alma Mater salmantina, sino para un Seminario Conciliar afincado en la misma ciudad y, al mismo tiempo, la teología era ya vista como algo colateral e innecesario para la vida social. Al mismo tiempo, el alumnado no era muy numeroso, por lo que el mismo obispo, el 28 de agosto de 1838, sacaba a con- curso becas para estudiar en el Seminario, justificándolo en que casi todos los seminaristas han ya concluido sus estudios. En este sen- tido se puede olvidar que, retrocediendo un poco en el tiempo, nos encontramos a fuertes grupos de presión, moviéndose por controlar las becas teológicas para los de su partido 54 , lo que ahora resultaba, cuando menos, desconcertante. Con todo, en la medida en que el Seminario dejaba de estar en dependencia directa de la política del Estado, su situación se hacía más libre para fortalecer una adecuada formación, aunque se deja- rán sentir ciertas limitaciones. Así lo afirma La Fuente: “a fines del siglo pasado y principios del presente, gozó mediana reputación en cuanto a ortodoxia, pues se acusó de jansenismo a varios profeso- res y alumnos del Seminario, y con sobrada razón” 55 . Por desgracia, dicho autor no nos dice de dónde provenían esas acusaciones, aunque se puede intuir que lo harían de contextos eclesiásticos, por lo que se entendería que el Seminario se había puesto al servicio de los intereses del Estado, en una lectura nuevamente regalista. Al mismo tiempo, este autor afirma que, en épocas anteriores, “en el Seminario inaugurado por el Sr. Beltrán [ sic ], bajo nuevos auspicios, se habían refugiado Estala y otros literatos semivolterianos y acusa- dos de deístas, lo que no he podido llegar a creer, aunque allí se me aseguró” 56 . El detalle resulta todavía más elocuente y clarificador, puesto que nos presenta en un contexto eclesiástico a autores, total- mente contrarios a la visión oficial eclesiástica, lo que haría dudar también a los mismos obispos del control que se había de mantener 54 Cf. Ib ., doc. 19.1. 55 V. DE LA FUENTE, Historia de las Universidades, colegios y demás estable- cimientos de enseñanza en España , tom. IV (Madrid 1889) 121. 56 Ib ., 301. s l t c l r c s c a F a c 2 S c s I 1
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