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592 MIGUEL ANXO PENA el contexto era mucho más complicado, que lo que nosotros nos limi- tamos a reseñar. Así se puede ver, por ejemplo, cuando varios meses antes, el 22 de junio de 1855, Miguel Fuentes, Rector del Seminario, renuncia a su cargo, formalmente por motivos de enfermedad, aun- que se ve claramente que ha sido forzado a ello 41 . La situación se tranquilizaría un año más tarde, cuando el nuevo ministro, Seijas y Lozano promulgue un Real Decreto, del 24 de octu- bre de 1856, por el que dejaba sin efecto el anterior, restableciendo todas las pragmáticas que, desde 1852, se habían aplicado en cum- plimiento del Concordato. Dicha orden no dejaba de ser también un intento de equilibrio, lo que se pone de manifiesto en su misma redacción cuando afirma: “a reserva de lo que determine con mayor examen y detenimiento, continúa en las Universidades, en que haya Facultad de Teología, la enseñanza en ella, con arreglo a los planes y resoluciones vigentes”. No cabe duda, como constatará años después Antonio Vico, se producía un constante abuso en la concesión de grados académicos 42 . La decisión quedó en suspenso un prolongado espacio de tiempo, que concluiría el 22 de mayo de 1859, momento en el que se aprobó el Reglamento de las Universidades del reino, en que se mandaba a bachilleres y profesores reunirse en Academias todos los 41 Cf. AUPSA, Fondo Seminario Conciliar de San Carlos , Caja 4, carp. 5, doc. 6. 42 “El uso y abuso de dar grados académicos concedido en 1853 por el Sumo Pontífice a los seminarios de Toledo, Valencia, Granada y Salamanca, en lugar de los centrales que aún están por fundar, y extendido más tarde ad tempus a los de Com- postela y Canarias, ha contribuido al descrédito de los propios grados hasta el punto de que el título de licenciado y doctor no constituye ya una presunción fundada de ciencia en quien lo posee”. A. VICO, “Informe sobre la situación de los seminarios en España hasta el 31 de diciembre de 1891. V. CÁRCEL ORTÍ (ed.)”, en Seminarios 26 (1980) 409, n. 128. Acerca de dicho informe nos dice Cárcel Ortí: “El caudal de datos que proporciona sólo pudo ser recogido con la ayuda de muchos colaboradores des- conocidos, aunque existen sospechas fundadas de que algunos jesuitas cercanos a la nunciatura influyeron en la redacción. Ello explica alabanzas a mi juicio exageradas hacia los miembros de la compañía de Jesús (por ejemplo cuando se habla de Sala- manca) y comentarios indiferentes o despectivos haci otras órdenes o congregaciones religiosas, e incluso ataques abiertamente duros a obispos y seminarios que habían tenido conflictos con los hijos de San Ignacio”. V. CÁRCEL ORTÍ, “Estado material, académico de los seminarios españoles durante el siglo XIX”, en Seminarios 26 (1980) 269. j y l a t a y e t l c y s l c s n

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